27 febrero 2007

De herencias y rasgos

Recuerdo una vez a mi madre muy enojada, una discusión muy acalorada con mi padre. La cosa tenia que ver con dinero, creo que un dinero que mi padre tenia guardado y había usado sin consultarlo con nadie. Ante los cuestionamientos de mi madre acerca del destino de aquel dinero, mi padre solo atinó a responder que lo había utilizado en una inversión. A todos nos pareció una respuesta muy extraña dado que mi padre no se caracterizaba por su buena administración de bienes, mucho menos en invertir dinero. Después me entere que lo había tratado de invertir en no sé que negocio, y este no prospero, y el dinero Eolo, desapareció, se lo llevo el viento, o más bien se lo llevo alguien más astuto, en fin. De pronto cuanto tengo líos para administrar mis pocos bienes, me llegan estos relámpagos de memoria... “cada vez me parezco mas a mi padre”.

Recuerdo que de niños, mientras estábamos sentados todos a la mesa para compartir los sagrados alimentos, si por alguna razón a mí o a mi hermana se nos ocurría derramar sobre la mesa el vaso con agua, leche o lo que estuviéramos bebiendo, se “armaba la grande”. Mi madre nos ponía una regañada que, nos duraba tal vez por días resonando por ahí en nuestras cabezas huecas, y al contrario de lo que se pensara, no nos hacia limpiar el tiradero, ella misma levantaba aquel desorden. Hoy en día, si a alguno de mis enanos se les ocurre la misma gracia de antaño, mi reacción es muy parecida a la de mi madre, me molesto y limpio yo mismo el desorden... “cada vez me parezco mas a mi madre”.

Recuerdo que cuando era niño, los Domingos en la tarde era difícil levantar a mi papa del sillón para hacer alguna actividad afuera. Era la tarde típica de su lectura, una copa de vino tinto y a escuchar opera, Pavarotti era su favorito, también Mario Lanza, el gran Caruso, y en otras ocasiones era el Tango, Carlitos Gardel, pero recuerdo mas a Agustín Irusta, ese disco era de sus favoritos. En la actualidad, yo si creo dedicar mas tiempo a mis enanos para sus actividades, pero hay algo inminente en mi, que me remonta a la esquina solitaria y en veces triste, en compañía de un buen libro, y de la magia del iPod, ¿con que música? Curiosamente alguna opera, y tangos, instrumental de Piazzolla, un genio para mi gusto; todavía estoy en la búsqueda de aquellos tangos (ahora en formato digital) de Agustín Irusta... “cada vez me parezco mas a mi padre”.

Recuerdo con cariño reuniones familiares, o de amigos, y a mi mente vienen aquellas imágenes, mi mama siempre con una sonrisa, un don de gente, un humor bárbaro, contaba chistes, hacia reír a los demás (herencia de su padre, un humorista natural, de los que te hacían reír mientras el conservaba un semblante serio, de esos de “antes”). Además de que mi mama también cantaba, hacia duetos con mi hermano mayor, o con su hermano a dos voces y toda la cosa; en pocas palabras el alma de la fiesta, siempre positiva. Ahora en mi tiempo, desde mas joven, recuerdo siempre esa alegría con la que abordaba las reuniones de amigos, las fiestas, todo lo que fuera reunión. Contar chistes hasta el amanecer, dibujar sonrisas y sacar carcajadas a mi alrededor eran mi hobbie, cantar en serio y cantar en broma eran mi estilo, parte bohemio, parte bromista... caray “cada vez me parezco mas a mi madre”.

Cuantas veces no hemos escuchado esta frasecita a manera de repudio, de espanto, de trauma. Creo firmemente que se es lo que se es gracias a la influencia de nuestros padres. Habrá algunos que dejaron una “asignatura pendiente” con su padre, madre o con ambos, pero creo que al final de cuentas la decisión esta en nuestras manos, tomar siempre lo bueno, lo mejor, los recuerdos que nos hacen felices. Sé que habrá también malos recuerdos, pero contra eso es contra lo que se tiene que luchar, ese es el tema a tratar con los terapeutas, pero como buen iluso y soñador, creo que el recuerdo de los padres, debe ser guardado celosamente con amor, sin rencores, siempre viendo lo positivo, porque algún día, tal vez otras personitas ya mas crecidas se van a cuestionar estos mismos disparates, y queremos que tengan la mejor herencia, los mejores rasgos de nosotros mismos, ¿no lo creen así?
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20 febrero 2007

Mis intentos de monero

En una ocasión que buscaba desesperadamente un documento importante, tuve que volver a echar mano de esas cajas viejas, polvorientas y algunas hasta con telarañas, que se encuentran en el ático y que debido a su “constante uso” han sido almacenadas en ese tan peculiar lugar. Y mientras buscaba pues mi boleta de kinder para mostrársela a mi hija a manera de testimonio de la efectividad que tienen unas buenas nalgadas (o correctivos) en la educación de los hijos, me encontré con algo que pareciera ser unos dibujos; en efecto eran una seria de trazos y dibujos, o mis intentos de “monero” como yo les llegue a llamar en alguna ocasión.

Desde temprana edad tuve un impulso por tomar un lápiz, color, pincel o cualquier herramienta que me permitiera plasmar lo que en el momento veía y de pasada sentía. Mi primera obra fue un mural en una pared de la sala de casa de mis padres, en homenaje al Volkswagen Beattle, o “bocho” como le llamamos acá en México, obra que por cierto no fue muy bien apreciada por mis padres, pero habrase visto antes algún padre y buen critico de arte... creo que nunca.

Después comencé a plasmar escenas deportivas, de acuerdo a la época; fueran de los mundiales de fútbol, del Súper Tazón, de la Serie Mundial de Béisbol, con estadios, fanáticos gritando y los jugadores en plena acción. Tal vez no era el mejor trabajo, pero era tal el empeño que yo ponía en esos dibujos, que a la fecha me impresiona esa manera y esa pasión por alguna actividad.

El tiempo paso, y mis intereses cambiaron, y por alguna extraña razón esa pasión fue disminuyendo, deje los “monos” a un lado, por ahí guardados, hasta mi época universitaria, cuando trate de revivir esta antigua actividad, esa compañera de mis tardes y noches de verano, de mundiales de fútbol y uniformes coloridos. Inclusive utilice el tema de la caricatura para un trabajo de investigación en una clase de la universidad, y la portada del trabajo final fue una caricatura que me salió del alma y de una tarde de ocio, de las mejores sensaciones del mundo.

Se llegó la vida profesional, el cambio de responsabilidades y esa creatividad “monera” volvió a sufrir de amnesia, de sequía, hasta hoy que encontré esos bocetos en aquella esquina tristona del ático. Los tome como si fueran mis bebes, los acune en mis rodillas y los observe por lo que creo fueron horas, eternidad de tiempo. Mis dibujos los hice por “hobbie”, nunca pensando en algo profesional, pero al fin y al cabo fueron mis intentos de ser “monero”.

Anexo algunos de los dibujos encontrados (por cierto, creo que por aquí sale el Pelos):






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15 febrero 2007

Los Recomendados en la Escuela

En días anteriores, mientras leía un blog, vi que mencionaban el asunto ese de los recomendados en las escuelas, esos que aunque la fecha limite haya pasado para matricularse, aparecen por ahí, no importando limite de cupos ni avance en el curso escolar. Una realidad tal vez muy triste y muy propia de nuestra cultura de influyentismo, nepotismo y esas cosas, pero ¿saben una cosa? Yo en alguna ocasión llegue a ser uno de esos recomendados, de alguna manera mis padres y hasta mi hermano flexibilizaron las reglas para dar cabida a que este querubín estuviera en tal escuela o en tal turno.

Todo comenzó desde mi estancia en el kinder (o parvulitos o preescolar) Gracias a la estrecha relación que llevaba yo con mi hermana quien me adelantaba ya dos grados escolares, aprendí rápidamente a leer y escribir, pues yo hacia las tareas junto con ella, inclusive antes de entrar al kinder. Cuando por fin llegó mi turno, recuerdo que dure una semana asistiendo al salón de mi hermana en vez del mío, porque tenia miedo, pero, gracias a la amistad que mi madre había entablado con la directora del colegio, se me permitió hacerlo hasta que mi maestra original fue por mi un buen día y no me quedo de otra que ir a mi propio salón, para bien de mi hermana que ya la tenia harta, además de que era la burla de sus compañeros porque en alguna ocasión me hice pipi en su salón, en su banca, por poco y me hago encima de ella, pobre, la de cosas que tuvo que aguantarme.

Resulta que cuando yo iba a pasar de segundo a tercer año de kinder, mi madre platicó con las maestras y llegaron a la decisión de que yo ya podía cursar el nivel primario, puesto que según las cosas, estaba listo, sabia leer y escribir con gran destreza; tal vez mi madre también motivada por la practicidad de llevarnos a la misma escuela, en vez de tener que dejar niños en dos escuelas separadas. La cosa es que las maestras estuvieron de acuerdo, y ahí voy a dar el salto mortal de segundo año de kinder, directo a primer año de nivel primaria. Ahora entiendo porque no tengo fotos de mi graduación de kinder, pero pues a quien le interesaba, en fin. Lo que sí creo ahora es que también hay que esperar al nivel de madurez del niño, no solamente pensar que ya esta listo, una situación que vendría después a cobrarme su factura y a perseguirme como sombra en un futuro.

Para Diciembre o Enero de ese mismo año, que es mitad de curso escolar, mi padre decide cambiarnos de domicilio, era una buena oportunidad para la familia, casa propia, pero estaba prácticamente al otro lado de la ciudad. Creo que ni siquiera había alcanzado a hacer amigos cuando llega el momento de emigrar de nuevo, y ¿qué pasaría con mi escuela? Por fortuna existía una escuela a unas cuantas cuadras de la nueva casa, y rápidamente mi madre comenzó su labor de convencimiento con el director de dicha escuela. El resultado fue nulo, por mas que intento, quiso mover influencias, no pudo, no nos quisieron aceptar porque el año escolar estaba a mitad de curso. La otra opción fue buscar acomodo en la misma escuela pero en el turno vespertino. Mi madre vuelve con su labor de convencimiento, y esta vez si funciona, y es así como pasamos a ser los recomendados que entramos a medio curso, pasamos a ser “los de la tarde”, como nos decían los niños del turno matutino, y con cierto tono despectivo. Esta etapa de mi vida fue una de las mejores, aunque, como ya mencione antes, siempre sentí esa carga de ser el mas pequeño de la clase, y esto en algunas ocasiones me trajo algo de problemas.

Después vendría la época de la secundaria y con ella otra etapa de recomendado. Una de mis hermanas mayores había cursado su secundaria en la famosa “Secundaria del Parque” o Secundaria Federal 1 de aquí de Juárez, y por lo mismo mi madre no quito el dedo del renglón para que mi otra hermana y yo asistiéramos a esa escuela, aun y cuando nos quedaba lejos y pues por regla no pertenecíamos a la zona, pero eso tuvo arreglo. Saque mi ficha, hice mi examen de ingreso y lo pase, pero con un inconveniente, me habían sorteado para el turno vespertino, el “de la tarde”. Para mí eso no era problema porque ya venia acostumbrado de casi seis años de asistir a la escuela por las tardes, pero como mi hermana ya estaba en el turno matutino, pues no podíamos estar separados y vuelve mi mama al ataque, y haciendo gala de su buen don de palabra, logro un acuerdo, pero tenia que esperar un tiempo.

Así fue como después de dos semanas de estar asistiendo en el turno vespertino y hacer algunos amigos, de nuevo llega el “recomendado” a ser parte del turno matutino, y en el grupo “A”. Estaba tan lleno el salón, que tuve que ir a buscar una banca al cuarto de intendencia; no mentiría si les digo que había aproximadamente cincuenta chicos en ese lugar, al menos no me sentí tan mal porque no fui el único “recomendado”. La etiqueta de recomendado cayo pronto, y rápido me acople a mi nuevo grupo al grado que también tengo muy buenos recuerdos y a la fecha conservo un que otro amigo de esa época.

Para cuando me tocó ingresar a la escuela preparatoria, creo que aquí no tuve problema, hice fila para sacar ficha, y examen como cualquier hijo de vecino, y gracias a mis resultados en el examen, por fin logre ingresar al turno matutino al primer intento, y de nuevo al grupo “A” y para mi sorpresa con muchísimos compañeros de generación de mi secundaria. Llegaba pues mi época de la “Prepa del Chami”, como le decíamos de cariño a nuestra Preparatoria del Chamizal.

Pero a pesar de todos estos resultados sin necesidad de “recomendaciones”, en esta época me tuve que andar con mucho tacto porque “un mundo me vigilaba”, puesto que mi hermano mayor era maestro de esa misma escuela, inclusive llego a ocupar el cargo de subdirector, así que mucha gente atribuía mi ingreso tan facilitado gracias a esa relación. Yo nunca deje que eso me afectara, al contrario, creo que me gano algo de popularidad porque mi hermano siempre fue de esos maestros del gusto de los alumnos, creo que hasta fue el detonador de platica con algunas muchachas, que tiempos aquellos. Aun así, tuve que andarme con tiento, no podía portarme mal o no muy mal porque el del problema pasaría a ser mi hermano; en fin, las peripecias que hubo que pasar.

Después de esto, me toco volar solo, con mis propias alas, y tuve creo que más tropiezos que aciertos, tropiezos que yo atribuyo a una cierta falta de madurez, y que pienso yo es causada por ese desacierto de brincar años escolares, porque el nivel académico y el nivel de madurez van de la mano y se reflejan con mas intensidad en los niveles superiores académicos, en fin. Así es como pasaron mis aventuras de “recomendado” en las escuelas, en veces sintiéndome como bicho raro, en veces sintiéndome identificado porque habíamos mas despistados en la misma situación.


Alguno de ustedes también anduvo de “recomendado” o tuvo compañeros “recomendados”. Si es así, les invito a que nos compartan su historia.

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08 febrero 2007

La terapia de los sonidos del silencio

En los últimos tres días he estado aplicando un pequeño experimento, a manera muy personal, durante el traslado hacia mi lugar de trabajo y de regreso a casa: no prender el radio, ni cualquier reproductor de música, solo el silencio, e ir mas allá y escuchar todo lo que se pueda, lo que mis oídos alcancen.

Los resultados no son sorprendentes, creo que aparte de la sorpresa de aguantar ese tiempo de traslado sin prender la radio, me doy cuenta que no soy el único mortal tratando de llegar a su trabajo, no soy la única rata en la carrera, somos muchos, pero precisamente por la inercia del nuevo estilo de vida, se nos olvida; vivimos inmersos en nuestro propio mundo, en nuestro propio espacio. Es impresionante ver esto, pero a la vez es triste.

De lo trivial que pude apreciar pues, mi auto emite un ruido chillón que resulto ser no se que diablos del compresor del sistema de aire acondicionado y el repuesto cuesta algo así como cuatrocientos ochenta dólares... ouch! Pero al fin y al cabo no es vital, puedo seguir adelante, mientras el verano no llegue con furia y muy temprano, pero eso es seguro que va a suceder así que, ya veremos dijo un ciego.

Otra cosa que descubrí: me escuche a mí mismo, así es, a mí mismo. Esto puede suceder infinidad de veces pero ¿hace cuanto que no lo hacia con detenimiento? Escuchar mi tono de voz, mis diálogos, es como pensar en voz alta, pero precisamente por estar inmerso en ese ir y venir apresurado, no le ponía atención, ni siquiera sabia que estaba pasando, mucho menos le ponía atención a las canciones en la radio, a las letras, a los noticieros, a nada.

Puedo afirmar que como resultado, mis mañanas y mis tardes de traslado han sido mucho más tranquilas, creo tendré que seguir experimentando, todo sea por la calma y por escucharme a mí mismo de nuevo, y a ver que me digo esta vez... y no, no estoy loco, aunque lo parezca.

Hagan el intento, escuchen, vean, abran sus oídos, sus mentes y sus corazones, el homeless de la esquina, la señora que se va aplicando el maquillaje, el que va tomando café, el que se va afeitando, el que va haciendo corajes, el ruido de las llantas al friccionar con la imperfecta superficie de la carpeta asfáltica, los autos en sentido contrario al otro lado de la autopista, pero lo principal, mas seres humanos, mas personas como nosotros, que merecen un trato digno, aunque a veces no lo merezcan, porque la clave para la paz y la armonía es esa, dar el trato que queremos que nos den y de pasada nos evitamos malos ratos.

Y si no manejamos, pues cuando vayamos en el metro o en el camión o en el taxi, aislémonos de todo ruido o de cualquier platica y escuchemos con atención a nuestro alrededor. Si eres de los que usan audífonos para iPod u otro aparato, déjalos puestos pero con el sonido apagado, para que así pretendas estar aislado pero puedas escuchar todo a la vez. Toma nota mental de lo que pasa, de lo que escuchas, todo... creo que es un experimento interesante. Ah y no olvidemos compartir los resultados, porque también de eso se trata este asunto.
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02 febrero 2007

Día de la Candelaria

Hoy el ritual matutino fue mas duro que de costumbre, al menos la parte que se trata de ponerse de pie y dejar el mundo de los sueños en definitiva, ¿será el destino, la edad, las manchas solares? En fin, mientras mis neuronas trabajaban horas extras para hacerme despertar, recordé que hoy es 2 de Febrero, así es, el famoso Día de la Candelaria, el día que se supone se debe de hacer fiesta o invitar tamales, si uno fue el afortunado que saco el muñequito de la rosca de reyes del pasado 6 de Enero.

Cabe aclarar que este año no participe en ninguna rosca, bueno, en mi casa compramos una, así que todos los muñequitos quedaron en familia, tal vez tendré que comprar tamales, pero creo que los enanos apreciaran mas una pizza de pepperoni; como cambian los tiempos. La cosa es que mi mente volvió a divagar, volvió al ático, ese donde se guardan los recuerdos empolvados, y recordé unos años atrás esta fecha.

Lo que vino a mi mente fue una fotografía animada de mi infancia / adolescencia, cuando por el barrio donde yo vivía, habitaba un señor que literalmente tiraba la casa por la ventara el Día de la Candelaria. Este señor, Don Luis, tenia una gran creatividad, pues en el frente de su casa elaboraba un gran nacimiento durante la época navideña, era toda una villa, con pastores, corderos, bueyes, vacas, montañas, césped, pesebre, los Reyes Magos, Maria, José, el niño Jesús, en fin, algo muy pero muy bien elaborado. Don Luis dejaba intacto el nacimiento y al niño Jesús en su pesebre precisamente hasta el día 2 de Febrero, día en el cual hacia una gran fiesta, para que se den cuenta de las dimensiones de la fiesta, la calle donde él vivía era cerrada por algunas horas durante la tarde, llevaba un grupo de danzantes o "matachines" que bailaban durante toda la ceremonia en la cual se levantaba al niño Jesús del pesebre, hasta el mismo Don Luis participaba en esa danza autóctona, una parte tan intima de nuestro folklore mexicano.

Pero su fiesta no era privada, su fiesta era compartida con toda la gente del barrio, había tamales, champurrado, y hasta bolsitas con dulces, como si fuera una fiesta de Las Posadas o una fiesta infantil. Esta fiesta llegó a ser una tradición anual por los rumbos del barrio, todo mundo sabia que existía y procuraba no faltar, ya sea por la comida, por la bebida, por ver a los danzantes o simplemente por convivir con los demás vecinos. Recuerdo bien esas fiestas, en alguna ocasión hasta lleve a una chava como invitada para según yo impresionarla (cosa que no sucedió), pero la cosa fue que algunos años asistí sin falta, otros pasaron desapercibidos y cuando por casualidad pasaba por ahí, veía el alboroto y me decía a mí mismo –que tonto, me estoy perdiendo la fiesta de la Candelaria este año –en fin.

El tiempo pasa, las cosas cambian, los intereses cambian también. No recuerdo con exactitud cuando fue que deje de ir a esa fiesta, después de un tiempo mi familia y yo cambiamos de domicilio, y en parte le perdí la pista al antiguo barrio y a esa tan peculiar fiesta. Un tiempo después me entere que Don Luis había fallecido, creo que me puso triste la noticia, sobre todo de pensar que se había ido una persona tan creativa y tan solidaria. Hasta la fecha no he conocido a nadie que haga una fiesta de tal magnitud para todo aquel que se quisiera acercar, sin prejuicios, sin discriminación, una fiesta para el pueblo, para la raza del barrio. Habrá que reflexionar un poco en nuestros valores, y dejar un poco de lado el egoísmo y dejar crecer esa solidaridad y ese despojo de lo material, de lo propio, pero sobre todo, el saber compartir.
Don Luis, esta va para usted en homenaje a todos esos años que supo compartir su alegría y creatividad con su prójimo, con los propios y extraños, con el barrio... con el mundo. Gracias!
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