20 agosto 2010

Rompecabezas


Alguna vez leí o escuche por ahí, algún juego de palabras o frases referente a que ante la adversidad, había que recoger los pedazos que quedan de uno y levantarse y seguir. Quien lo dijo no se equivoco (y también es grosso); es dificilísimo.

Es como un movimiento telúrico, y yo no estoy acostumbrado a los terremotos.
Es como un huracán y yo vivo en el desierto.
Es como un apagón largo y yo soy un tipo de ciudad, acostumbrado a la electricidad.
Es como estar en la zona cero de una bomba y yo no soy héroe ni bombero.
Es como las caricaturas de Juan Sin Miedo y yo soy una gallina de mierda.
Es como juntar mil piecezillas y yo siempre fui malo para los rompecabezas (rompepelotas)

Y dicen por ahí que siempre hay luz al final del túnel, a modo positivo tal vez, no se si refiriéndose a la tan mentada luz que dicen que ven los que no han vuelto. Nada es definitivo en esta vida, solo la muerte y esta última forma parte de la vida misma, un misterio sin resolver, un ciclo inexplicable.

Por lo pronto, aunque yo no vea la mía, se que por ahí me espera la luz del faro, solo que mi barca todavía esta en alta mar, en medio de la tormenta perfecta, horriblemente perfecta. Veamos en que condiciones encalla la barca, de que llega, llega. No se sabe ni el día ni la hora; así llegue una triste astilla, va a llegar.

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16 agosto 2010

Diario de un frustrado suicida, volumen IV

Estaba decidido. El agobio era mucho, los intentos varios y los resultados nulos. Y esta vez no seria poético; sin hacerse señalar el lugar exacto de su corazón para partirlo literalmente en dos, o tomando el veneno mas eficaz para una partida lenta, ni el salto de un edificio que terminaría en un contenedor de basura. Esta vez lo esperaba otro método de fabricación austriaca para lograr el tan anhelado cometido. La vieja Glock 17 le esperaba con el cargador repleto – por si las dudas – decía el frustrado suicida. Todo estaba preparado, todo estaba servido, y todo estaba listo. Previa nota preparada y corregida por cuarta ocasión (la cual todavía mostraba los borrones y tachaduras de tales enmiendas), lo demás era lo de menos, era la hora, que no era ninguna hora especifica, pues de nuevo, pensaba que sin cursilerías seria mucho mejor, pues cualquier elemento de planeación podría traerle sentimientos de arrepentimiento y esta vez estaba decidido a no fallar. Ya era personal. Y así, sin mas preámbulos, empuño la escuadrita, la apunto sobre la sien, y mientras comenzaban a pasar los retratos de su vida en milésimas de segundo, jalo del gatillo…. “click…..click….. click…..”. Es hora de volver a tachonear la nota…
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06 agosto 2010

On the road again, in two wheels


En ese momento pensé "es ahora o nunca". Y llego la tarde, y llego el momento, a desempolvar la "maquina perfecta", a revisar detalles, a inflar llantas, asegurar de llevar lo adecuado, a buscar la indumentaria apropiada que lucia arrumbada en un rincón de ultimo cajón de ropa. Y listo! la bicicleta me esperaba, el mundo exterior con sus nubes y su cielo, con sus caminos y sus olores y sus paisajes me esperaban.

Y que recibimiento me iban a dar; parecía que hubiese sido ayer la ultima vez que me subí en ella y fui a dar mi vuelta. Todo lucia como nunca, o como siempre. Los arbustos despidiendo ese olor, aunque después muera levemente de alergia. El camino de pendiente mas inclinada me esperaba igual, y me exigía esfuerzo, mas que el de costumbre por mi falta de perseverancia, directa o indirecta. La fauna urbana y desértica me observaba mientras trataba de hacer mas ligero mi paseo cambiando de engrane la cadena.

Intente hacer de esto un reencuentro documentado, con imagenes, algunas en mi mente, otras en una cámara. No pude captar todo, en momentos decidí dejar todo en mi mente y solo seguir el momento sobre ruedas, dejarlo fluir y recordar como era eso de pedalear. Y lo logre. Al final de cuentas mi "maquina perfecta" no estaba peleada conmigo, simplemente me esperaba fielmente, para seguir adelante en el kilometraje, para seguir con esas metas pendientes, esos logros, esos sueños, esas victorias compartidas, y ese oxigeno que alcanza para mas de uno, de paseos recreativos, y de rutas competitivas.

Y así sucedió, repentinamente. El doctor dijo "si" y por ahí me colé. Ni tiempo le di al titubeo, me lo tome como lo que era y el día se complemento perfecto. Gracias a mi maquina perfecta por todo lo que me regala. Gracias a la vida por otra oportunidad, esta y tantas que me sigue regalando. Es bueno sentirse así de nuevo, abrir los brazos y sentir el viento que recorre nuestro cuerpo, mientras miro al cielo y me siento libre, me siento vivo; ahora se que puede ser con ruedas o sin ruedas... aunque con ruedas adelanto la sensación.
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