16 febrero 2018

Cartas al viejo, volumen N

Viejo, buen día, donde quiera que tu energía esté…
La nostalgia me trae hasta acá buscando respuestas a cosas que no tienen solución, control y demás.  La música también, como siempre me trae acá; por cierto ¿te acuerdas de tus domingos bohemios de vino, opera y tango?  Pues la llama ha pasado y de a poco he comenzado con esa tradición; el vino si es tinto, pero el tango, en vez de Gardel e Irusta, es solo Piazzolla, y en vez de Opera (aunque a veces escucho a Pavarotti y su genial Nessun Dorma) ahora es Camarón de la Isla y Paco de Lucia, ¿te acuerdas de ellos? Le tenía que variar un poco a la tradición para darle un toque más personal, tú me comprenderás.
Te cuento que cada que veo el béisbol en la tele, me lleno de nostalgia y me acuerdo de ese pequeño lazo que nos permitía entablar una conversación un poco más larga e inteligente.  Me doy cuenta ahora que no me interesaba tanto el béisbol, si no el vínculo que formaba contigo.  Por cierto, los Dodgers volvieron a la Serie Mundial el año pasado, pero ¿Qué crees? ¡Perdieron! Así es el béisbol, como la vida, no siempre se gana, por más que parezca que lo tienes todo ¿no crees?
Tantas preguntas que hacer, tantas respuestas que no podré escuchar.  Apenas ahora me cae el veinte y entiendo tu sabiduría, muy a tu estilo, pero hasta ahora… demasiado tarde, lo sé.  ¿Cómo lidiaste tú con nuestras preguntas incomodas? ¿Cómo enfrentabas a mama en la manera de corregirnos? ¿Qué paso por tu cabeza cuando tuviste que decidir por X o Y? ¿Qué te orillo a tal decisión?  ¿Alguna vez domaste a tus demonios? ¿Qué te decían? ¿Te decían lo mismo que a mí? ¿Serán los mismos, así como en la película de Bruce Lee?  ¿Cómo saber cuándo una amistad es verdadera o solo de utilidad? ¿Cómo evitar seguir cayendo en la falsedad? ¿Cómo tener los pantalones suficientes para mandar algo o a alguien al carajo?
Sabes, últimamente, cada que me veo al espejo, veo cada vez más tu imagen… con todo y sus demonios… si, también esos…. Y me da miedo, y pienso y tiemblo y busco respuestas en los mismos lugares que casi estoy seguro tú también recurrías.  Y me doy cuenta también que no están ahí, pero lo paseado….
 Como me gustaría que siguieras aquí, para presumirte los logros de mis enanos y solo los de ellos.  Los míos no porque: 1) no los hay y 2) los que hay no importan.  Me gustaría que te vieras reflejado en ellos, y ellos a su vez se reflejaran en ti, con su justa apretada de nariz y su raspada de barba.  Creo que estarías muy orgulloso de ellos, en fin.
Ya volveré a hacerte otra misiva de estas, por lo pronto te dejo celebrar tu cumpleaños, con pastelito incluido y todo.  Te escribo después, aquí seguimos “haciéndole al monje” como tu solías decir.
Con cariño, de tu hijo que te extraña…
P.D.  Por favor, si te topas con mis demonios, diles que... les mando saludos
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13 febrero 2018

Historias de “amor”, de “amistad” y de ganchos al hígado



(Noche de juerga, después de varias cervezas con “Y”)
  • -       Neta, neta, yo si te considero mi compa, mi camarada!
  • -       No pues salud por esa!


(Pasado algún tiempo, y luego de alguna desavenencia de faldas)
  • -       Tu alguna vez mencionaste que a los hombres no se les miente como a las mujeres..
  • -       Y así es….
  • -       Entonces dime, ¿le mentirías a un amigo, a un compa?
  • -       ¡Por supuesto que no!
  • -       Entonces ahora entiendo porque me mentiste con respecto a ti y “X”, porque no somos compas… Me hubieras hablado claro desde un principio y nos hubiésemos ahorrado todo el drama, pero gracias por la aclaración.

(Gancho al hígado)

(Algún tiempo atrás, conversación con “X” derivada de un distanciamiento)
  • -       Me duele que estemos distanciados…
  • -       A mi también..
  • -       ¿podemos hacer que todo sea como antes?
  • -       ¡Claro que si!
  • -       J


(Poco después durante una conversación con “X”)
  • -       Hola ¿cómo estas?, ¿qué tal tu día?
  • -       Muy bien, fíjate que bla bla bla…  ¿y el tuyo?
  • -       Eh… (tecleando en el móvil) bien bien….
  • -       Ahhh, ok....
  • -       click, click, click… este… pues si … si, fíjate… ¿y tu?
  • -       Ya te dije… pero bueno, no te quito mas tu tiempo, después hablamos ¿no?
  • -       Este… si si claro… (siguen las risas con el móvil, igrnorando completamente)

(Ouch! Otro gancho al hígado… que tan difícil es sumar 2 mas dos)

(Alguna otra ocasión en el espacio-tiempo)
  • -       Ahhhhh quiero estar así toda la vida!
  • -       Yo también!
  • -       Te voy a amar siempre!
  • -       DItto


(Esta demás decir que al poco tiempo después)
  • -       Como me chocas! Te odio, te aborrezco!
  • -       Eres bien correspondida…
  • -       No entiendo como apareciste en mi vida.  Lárgate!

(Otro gancho mas al hígado, me cuentan hasta diez y no me levanto)


Según Aristóteles, existen tres tipos de amistad, dos son accidentales y la tercera es mas intencional.  La primera es la de utilidad, es donde las personas están involucradas mas por recibir algún beneficio, ya sea alguna de las partes o ambos. La segunda es la basada en el placer o actividades comunes, como los amigos de juerga, o los amigos de la actividad deportiva.  La tercera es la amistad de lo bueno, porque en esta se aprecia lo bueno y virtuoso de la vida y no es por razones de sacar provecho del otro…

Creo que Don Aristóteles no estaba tan errado, porque es difícil contar los amigos verdaderos, ahora si que del “tercer tipo”… casi casi como una bizarra analogía con extraterrestres, porque son difíciles de ver, mucho mas contar con ellos.

Ojala aprendiéramos todos a valorar a nuestros amigos y el tiempo que algunos de ellos invierten en nosotros.  Como dejar de lado el móvil y demás actividades y de verdad escuchar con atención al amigo que nos habla… claro, siempre y cuando la amistad este ahí, sea real, exista!  De otra manera, seguiremos surfeando el aparato celular, o utilizando a la gente "por mientras", hasta que el amigo accidental se haya ido, ¿o me equivoco?

Posdata: 
Todo este cuento es producto de la fantasía utópica del autor.  Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.  
¡Feliz no día!
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09 febrero 2018

Comparaciones



No existe punto de comparación.  Él es un caballero de armadura brillante, siempre presto a rescatar a la princesa de las garras del dragón.  Yo soy el bufón de la corte, siempre presto a arrancar una carcajada al mejor postor, siempre por conveniencia, pocas veces por convicción.  Él es elegante, cortés, galante.  Siempre tiene las palabras adecuadas, casi perfectas para toda ocasión, sobre todo para derretir a las mujeres.  Yo ni si quiera me puedo acercar a una mujer sin empezar a temblar, tartamudear, hacer el ridículo.  Él es fuerte, seguro de sí mismo, conocedor; pisa fuerte y de andar armonioso, de buen vestir y buen decir.  No hay princesa que requiera su ayuda, aunque no la necesitara.  Yo voy por ahí con pasos desiguales, sosos.  Soy débil, física y mentalmente; inseguro y mal vestido.  Las cosas que me apasionan no son del interés de nadie más.  Soy un “geek”, un rarete, un verdadero “misfit”; siempre orsai, sin pertenecer a nada; siempre en busca de la espiral profunda para tirarme buscando ser absorbido como por un agujero negro, esperando una especie de salvación divina de cualquier denominación o personificación, como mendigando cariño logrando solo obtener lastima.  Jamás habrá punto comparación; solo los ilusos pueden llegar a acuñar tal concepto en sus mentes torcidas… así como yo…
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