14 agosto 2018

Desolaciones, Volumen I



Trillado está el dicho o frase que trata de mandar el mensaje que en tus momentos más oscuros es cuando descubres con quien o quienes cuentas en realidad, quienes se quedan en las malas contigo y no solo en las buenas.  Estoy pasando por uno de esos momentos, de lo más oscuro que haya pasado, y sí, estoy descubriendo con quien cuento.  Y los puedo contar con los dedos de una mano, tal vez con la otra, pero al final de cuentas, son pocos.

No sé qué sea más duro, sentirte mal, de la rechingada, o sentirte solo, que tu suplica desesperada por afecto no es más que eso, una súplica desesperada, un grito en el desierto, una súplica por atención en un momento desesperado, de desolación, de abandono, de desahucio. 

Y no es el momento de juzgar a los demás, sobre todo a aquellos que fueron en su momento muy cercanos a ti, pero no lo puedes evitar, y quieres gritarles y reclamarles: Que bien, yo si estuve en tus peores momentos, ¿Lo Recuerdas? Una noche que parecía interminable en la que presté hombro, oídos y corazón para que desahogaras tus penas en “el peor momento de tu vida” como lo describiste, y yo si estuve al pie del cañón, en cambio, para ti, lo más fácil fue pegar la huida, porque nadie dijo que las broncas ajenas son fáciles, podrían ser más difíciles que las propias porque se enfoca uno demasiado y tal vez te dejas empapar; “broncas gratis” dirían en el barrio, pero ¿Sabes algo? Me duele, y me duele mucho, tal vez más que mis males físicos, estoy dolido, estoy jodido, me siento sin aliento y sin esperanza alguna en la humanidad, en los valores del amor y la amistad que queremos pregonar y a los que tantas veces le fallamos.  Sí, no somos perfectos, pero no deja de doler.

Tal vez una buena platica y un buen oído, sobre todo esa empatía que te hace sentir comprendido no sane un hueso o un tejido celular de tu cuerpo, pero si actúa como una compresa calientita para el alma, que tal vez sea la más necesitada e inclusive podría ser la clave para el comienzo de una sanación total e integral.  Eso tal vez sea lo que más necesita una persona en esas circunstancias, no es tanto el mal físico, sino la desolación y sensación de derrota que uno carga al ver todo negativo.  Eso es lo que extrañé.

Ahora estoy tratando de juntar las piezas, seguir tratamientos, lo que sea, hacer mi parte, porque la otra, yo no tengo el control, y quisiera una garantía, pero no existe; quisiera una seguridad, pero no la hay.  Solo hay palabras de aliento y solidaridad de aquellos que se la rifan y de alguna manera te quieren alivianar con unas palabras o simple compañía, simple solidaridad.  Y esas llegaron, en su debido momento, de gente que esperaba y también que no esperaba, y de los cercanos, que sabes que nunca te fallan, aunque no puedan hacer nada más por ti.  En fin… me duele, y mucho, pero esto es así.  Tu estas bien, yo estoy mal, así me toco ahora, por no sé cuánto tiempo más, pero como no tengo esa seguridad del futuro, hay que vivir el presente, día a día, mientras se pueda.  De cualquier forma, gracias por haberme dado la oportunidad de estar ahí cuando lo necesitaste, porque me di cuenta que yo también, dentro de todo mi ego, puedo ser solidario.
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