22 junio 2007

Día de Perros Uno y Medio


Un tobillo envuelto entre vendas y una bolsa de hielo adornaban la mesa de centro, junto a otro desastre de vasos sucios, un cenicero y varios libros y revistas. Matías mataba el tiempo de ese medio día haciendo el clásico zapping con el control remoto del televisor, sin encontrar nada que le interesara lo suficiente como para detener su marcha. El hielo y un poco de analgésico calmaban en ese momento el dolor del tobillo, pero ¿y el otro dolor? Ese no se iba tan fácilmente, ese le daba vueltas y más vueltas en su cabeza. Es así como Matías comienza su viaje mental a través del tiempo, entre canal y canal del televisor, regresando al primer momento en que conoció a Sofía.

Hacía trece años atrás, y su mente recuerda perfectamente aquel momento, un cigarrillo y un café en la cafetería de la facultad, con la compañía de algún libro de Benedetti seguramente. Fue entonces que la vio entrar por la puerta, iba sola, con sus libros pegados a su pecho. De esbelta figura, cabello castaño recogido en cola de caballo con unos cuantos cabellos estorbando sus ojos, esos ojos color ámbar, y esa sonrisa tierna, dulce, sonrisa media, que no rayaba en la exageración de comercial de pasta dental, ni en la ausencia de la Mona Lisa, simplemente una sonrisa media, perfecta.

Matías pensó que no podía dejar pasar la oportunidad de conocer a esa chica, que tenia un “no se que” que le atrajo desde ese primer instante. Algo tenia que hacer, y lo planeaba mientras sorbía el ultimo trago de café de su taza mientras ella se formaba en la fila para ordenar algo. Matías fumaba su cigarrillo mientras Sofía ordenaba algo, apenas lo recuerda, un pan de canela con un café o algo así. Y mientras él seguía pensando la mejor manera de hacer casualidad su encuentro, Sofía tomo la charola con sus cosas, puso ahí sus libros, que eran bastantes y por ende hacían algo difícil la encomienda, y se dirigió rumbo a las mesas, buscando una disponible.

Fue entonces en ese preciso momento que Matías pensó – tengo que ir a ayudarla, apenas puede con esa charola, es la excusa perfecta – y sin pensárselo dos veces, se abalanzó tan rápido como pudo hacia Sofía. Su frenesí fue tal, que dio tremendo resbalón, cayendo exactamente frente a ella, no sin antes de un manotazo tirarle la charola, esparciendo café, pan y conocimientos por la cafetería. Las risas fueron totales y unísonas, y la vergüenza de ambos no se pudo ocultar tras esos rostros enrojecidos como dos tomates. Fue ahí, en ese momento en que ambos trataban de levantar aquel desastre, que sus miradas se cruzaron y se dio esa chispa, ese “clic” que no se explica, que simplemente se siente. Los ojos grandes color ámbar de Sofía mirando aquellos ojos negros y tímidos de Matías – Caray que bruto que soy, por favor discúlpame – no tengas cuidado – le respondió ella que sorpresivamente no mostraba enojo alguno, sino que también pareciera estar en la misma sintonía de aquel embrujo que sentía Matías al verla y tenerla tan cerca – Hola, me llamo Matías – mientas extendía su mano para saludarle – Yo me llamo Sofía, ¿podría decir que encantada de conocerte? – Y después de unos microsegundos de silencio, los dos soltaron una gran carcajada, como en complicidad con el momento, mientras se levantaban, recogían lo que quedaba de aquel tiradero y se dirigían a la mesa que Matías ya tenia ocupada desde hacia rato.

El momento era mágico, electrizante, sin explicación alguna, pero era como si ambos se hubieran encontrado por fin, después de un largo tiempo de búsqueda. ¿Existen las casualidades? ¿O acaso el destino les tenia programado este tan peculiar encuentro? ¿Seria posible que dos personas viviendo en frecuencias similares pero paralelas a la vez se pudiesen encontrar? Y es precisamente en esos instantes que el momento mágico y el recuerdo dulce se disipaban al mismo tiempo que el dolor del tobillo, y el del corazón, volvía a hacer presa de Matías – Carajo, creo que el efecto de la Tylenol se esta pasando muy rápido, esta vez tomare dos – ¿Seria que una era para el tobillo y la otra, tal vez en un intento desesperado, para curar el alma?
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18 junio 2007

Sucumbir ante el juego del MEME

Meme, el juego, las cosas que no saben de ti, en fin, se le ha llamado de mil maneras, y pues heme aquí sucumbiendo ante tal juego. Ya he sido invitado por varios de mis compañeros y me han mandado las reglas del famoso juego pero ¿saben? Yo soy bien democrático, así que no quiero obligar a nadie a jugar, además de que la gran mayoría de mis compañeros bloggers ya jugaron al famoso juego, así que dejo a su elección a quien lo quiera continuar y postearlo en su blog, o si gustan, aviéntenmelos en forma de comentario.

Dicho pues lo anterior, corre y se va corriendo... las ocho cosas que saben o no saben de mí.

1. Como muchos ya se habran dado cuenta, soy un nostálgico incurable, me encantan las cosas retro y todo aquello que me haga recordar tiempos buenos, mis tiempos de estudiante, de maripositas en el estomago, de amigos y de momentos divertidos. Así soy, medio cursi pero hay algo en el pasado que me ayuda a ver el futuro de otra manera.

2. Me encantan las películas animadas y caricaturas, tal vez porque ahora tengo niños pequeños en casa, pero la verdad, soy yo el que las disfruta mas que ellos, me río y las vuelvo a ver mil veces junto a ellos sin molestarme.

3. Me encanta todo lo relacionado con doblaje de voces y radio-locución. Debí de haber optado por alguna carrera en comunicación masiva pero no fue así, pero no pierdo la esperanza de algún día hacerlo. Por lo pronto, experimento con un software para mezclar voces y música y me divierto experimentando con jingles y pseudo doblajes.

4. Por lo mismo de lo anterior, o al revés, desde muy joven me ha gustado imitar voces, es mi pasatiempo favorito, me gusta escuchar una voz de caricatura o de cierto personaje publico y me doy a la tarea de igualarlo, y no me toma mucho tiempo, pero se que si me dedicara a esto, tendría que dedicarle varias horas y entrenamiento de voz y esas cosas, pero bueno, ya será, ya será.

5. Soy tan sensible a los ruidos por las noches, que desde hace 7 años duermo con tapones en mis oídos. No sé si me pueda traer repercusiones, pero los tapones ahí están, y el día que no están, ¡oh Dios! Me pongo como loquito y obvio que no duermo bien, pero bueno, ya superare ese traumita un año de estos.

6. De joven aun en la preparatoria, quise ser sacerdote, y por cosas del destino (divino o no) pues no le entré y san se acabó. A veces me llegan como viento los sentimientos de “what if” pero pues sigo creyendo que tome la decisión correcta. Dios encontrara mas soldados, tal vez en alguno de mis hijos, nadie sabe.

7. También de muy joven (les digo pues, lo de lo retro no se me quita) tuve mis intentos de ser DJ y tuve un amigo que tenia su propio equipo móvil. Los Domingos después de misa iba a su casa y me dejaba practicar mis “mezclas”. El estar en las torna-mesas, con el audífono y la mezcladora manual era otro rollo para mi, un reto y una especie de relajación extraña, me emocionaba, me la creía, me sentía el DJ scribble o alguno de esos. Todo quedo en eso, en intentos, pero las mezcladas nadie me las quita.

8. Cómo muchos ya sabrán, me gustan los deportes pero muy en particular, el fútbol, que para mi gusto es el deporte mas hermoso sobre la tierra ¿y saben por que? Porque une países, quita fronteras y se juega en todo el mundo. Yo lo juego casi todos los domingos de manera informal, de cascarita, picadito, en el parque, potrerito, y ahí somos mis amigos y yo, los genios de la cancha, pero esa sensación de poder patear la pelota de manera mas formal, es como un levantón natural, una droga extraña que me transporta a otra dimensión, al menos por un par de horas y me hace olvidar de todo problema, mi alma se recarga de energía y cuando vuelvo de ese extraño trance, veo las cosas con un poco de mas positivismo y listo para las actividades que siguen en la semana.

He aquí pues mis ocho cosas, como dije, la democracia justa y divina, me hace no invitar a nadie, sino al que quiera hacerlo, ya sea en su blog o aquí mero como comentario.
Se aceptan criticas, análisis, soluciones, sugerencias, etc.
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11 junio 2007

Un Día de Perros


Matías sorbía un poco de su café, tratando de comenzar el día de una mejor manera, al menos tratando de mantenerse despierto, y se daba cuenta que el sabor estaba mas amargo que de costumbre. “Rayos, le puse sal en vez de azúcar”. El azúcar se había acabado hacia ya un par de días pero con el trajinar diario se había olvidado por completo de reabastecer si quiera lo mas mínimo de la despensa.

“Esto de no dormir no deja nada bueno” se decía a sí mismo mientras vertía el contenido de su taza en el lavabo y buscaba un poco de agua, para al menos curar la resequedad de su garganta y de alguna manera, estar listo para las actividades que le deparaban su jornada. Al menos esto era un aliciente, como una oportunidad de enderezar rumbo, después del día anterior, que había sido verdaderamente un día de perros.

Si algo mantenía a Matías vivo, era su pasión por el fútbol, una vieja cuenta pendiente al no haber podido jugar como profesional, pero eso fue un sueño de niño, como cualquier otro niño del barrio, que juega en el potrero y sueña con ser el mas grande. La cosa fue que con todo y que se había puesto su jersey de la suerte, su juego no fue precisamente el mejor ese Domingo. “Por Dios Matías que hoy no anotas ni fiado” le dijeron sus compañeros y para colmo, en una jugada para evitar pisar a uno de sus compañeros, se doblo un tobillo. La lesión fue leve, no de consideración, pero con inflamación y dolorosa al fin, recordatorio de que los años siempre pasan su factura.

Después, al llegar a casa, se encontraría con un silencio sepulcral, algo extraño pero curiosamente algo previsible para él. Ahí en medio de la mesa de la cocina estaba una pequeña nota, era la letra de ella, y él, minutos antes mientras jugaba lo presentía, era algo extraño de explicar, un sentimiento hecho nudo en el estomago. El anuncio estaba ahí junto al salero y algunos vasos sucios, ella lo dejaba definitivamente, habían sido ya muchas confusiones, muchos juegos de palabras, muchas estupideces por parte de Matías que habían ido sembrando una desconfianza irreversible en Sofía. A veces las estupideces de uno son las trivialidades de otros, y esto termina por romper la cuerda por la parte más delgada, y esta no fue la excepción. Ambos dolores le hicieron la tarde algo miserable a Matías, no era para menos, pero se la tenia que aguantar, no quedaba otra salida, todo había sido su culpa. Las culpas, siempre las malditas culpas, el demonio mayor en la legión que existía en su psique.

Aun después de todo, Matías estaba dispuesto a comenzar con el pie derecho su Lunes, queriendo tomar este como una segunda oportunidad a pesar del insistente mal comienzo. En el camino a la oficina se detuvo en su cafetería favorita, “hoy no me quedo sin café, y lo mejor de todo, es que me daré el gusto de saborear una de las mejores tazas de espresso que existen”. “Que maravilla” se decía Matías, mientras le sonreía a cuanto extraño le cruzaba la mirada; todo esto para que por fin llegara su turno, ordenar, y darse cuenta que había olvidado su billetera en el departamento... “otro día será” le susurro la suerte al oído, o ¿acaso seria otro nuevo demonio? Otro mas a tu lista... anótalo.
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06 junio 2007

Del rechazo y otras payasadas


Erase una vez un joven inquieto, al cual siempre le había gustado la comicidad, el humor, el hacer reír a los demás, los reflectores tal vez, pero con un don natural para contar chistes, hacer de cualquier situación algo gracioso y de imitar personajes y voces con una gran facilidad.

Todo comenzó en su transición de escuela secundaria a la preparatoria. Ahí descubrió que podía imitar perfectamente a los profesores, prefectos, director, y después se fue mas allá, siguiendo con reporteros de radio, televisión, personajes de fútbol, de caricaturas, esto aunado a una bendita herencia por el lado materno, de contar chistes con cierta gracia, e intentar hacer el deleite de reuniones y fiestas.

Luego vinieron los festivales de iglesia y las famosas pastorelas, en esos en que se reclutaba a todo tipo de persona “talentosa” para ser parte del show. No podía faltar nuestro joven inquieto en estos menesteres, y claro, siempre terminaba con una buena sonrisa y un buen aplauso por su habilidad con las voces y la improvisación graciosa, pero sobre todo con la satisfacción de poner esa sonrisa en los rostros de todos aquellos que de alguna manera le regalaban su aplauso sincero.

Hubo gran cantidad de gente durante ese tiempo y durante el paso de los años que le mencionaban la misma frase “tu deberías hacer esto de manera profesional”. Inclusive una persona, después de uno de aquellos festivales de iglesia, se le acerco con propósitos de reclutarlo, le hablo de llevarlo a la televisión, le quiso vender la fama ahí mismo, cosa que nuestro inquieto joven rechazo con una simple frase “yo esto lo hago por hobbie, pero gracias de cualquier manera”. Y siguió por la vida haciendo lo que tenia que hacer (o lo que la sociedad marcaba que tenia que hacer), sin dejar de practicar su ya tan querido hobbie.

Llegaron de pronto tiempos difíciles, se dio cuenta que debía de tomar una decisión en el rumbo de su vida, pero no sabía bien qué o cómo. Hubo por esos tiempos una invitación a formar parte de un festival a beneficio, y nuestro inquieto joven, junto a su hermano, idearon una barra cómica, con sketches e imitaciones. Se prepararon lo que pudieron, no fue mucho el tiempo, pero consiguieron algo de ropa para personificarse y practicaron diálogos y canciones.

El show comenzó, y todo parecía ser un gran éxito, de hecho lo fue, pero ya casi al final, en la ultima participación de nuestro inquieto joven aspirante a cómico, sucedió algo, una persona del publico, ya algo pasado de copas, se levantó de su asiento y recriminó su participación argumentando que esperaba mas calidad por su dinero, todo esto de una manera altanera y burlona. El resto del publico no estuvo de acuerdo y la ovación fue tan grande que se opaco aquel aislado incidente.

Como verán, este pequeño incidente pareciera ser muy insignificante, pero no fue así para nuestro inquieto amigo, él sintió que su vida cambió en ese momento. En esos tiempos llegó a considerar por fin, aquella recomendación o frase que muchas personas le habían hecho durante su camino, la de dedicarse a la comedia de manera profesional. Pero ese aislado incidente fue demasiado para él y decidió que jamás se subiría a un escenario, jamás volvería a intentar una interpretación, una imitación frente a un foro, a un publico. Pero ¿porque desquebrajarse por tan insignificante suceso? Creo que la clave aquí estuvo en la manera de manejar el rechazo, digamos que a nuestro joven inquieto le falto mas fibra, y un poco de mas experiencia para saber que la vida no era solo aplausos y noches de éxito, sino también vendrían tiempos difíciles y criticas destructivas. Estos insignificantes sucesos, estos tropiezos son los que hacen la vida más interesante y lo hacen a uno mas fuerte, lo hacen seguir adelante intentando ser mejor, día con día.

Esperemos que nuestro inquieto joven aspirante a cómico (en aquel tiempo) haya aprendido su lección, porque la vida es así, y si nadie se lo había dicho, creo que ahora ya lo sabe.
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01 junio 2007

De mudanzas y andanzas


¿Quién de nosotros no ha participado de ese proceso de cargar muebles, empacar objetos y mudarse de lugar? En mi caso han sido un sinnúmero de ocasiones, y creo que las mismas cajas de almacenamiento del ático son las que me traen ahora estos recuerdos. Todas y cada una de dichas aventuras han traído algo, bueno o malo, pero casi siempre han traído su mensaje, su moraleja, pero sobre todo, su lección aprendida.

Siempre he querido creer, como buen soñador, que el motivo de dichos movimientos fue causado por el espíritu inquieto (de nómada o gitano) de mi padre, lejos de las razones de la lógica, como las económicas, laborales y demás.

Un recuerdo muy desdibujado es el que me queda de aquellas primeras mudanzas, creo que el primero que me llega es el de irme a aquella casona de la calle Tlaxcala esquina con calle Colombia, aquella que me sirvió de ring de lucha libre, de pista de triciclos en aquellos viejos pisos de madera oscura que rechinaban con cualquier paso, y también aquella que me sirvió a mi y a mis amiguitos de la cuadra de foro de teatro para nuestras puestas en escena de El Chavo del Ocho. También de esa casona recuerdo a Don Epifanio, o “Don Pifis” como le decía toda mi familia; un ancianito que reparaba los mosquiteros de las ventanas, pero que siempre pasaba a la casa por un plato de avena, un café, y una amena platica, siempre con algo para regalarme, un muñequito de cera o algún auto pequeño de plástico, pero rara vez llegaba de manos vacías. Unos años después nos enteramos que sufrió un accidente y falleció, le llore, era como el abuelo que siempre quise tener; y así sin mas, la vida injusta, siguió.

Cuando se llego el tiempo de la nueva mudanza, recuerdo perfectamente la sesión de envoltura de objetos de cristal en papel periódico, se me hizo una eternidad, pero pronto lo olvide al llegar a nuestro nuevo hogar. Casa nueva, calle Fray Marcos de Niza, vecinos nuevos, pronto hice amigos, me hicieron sentir como en casa, así empezaba otra nueva etapa de m vida, una en la que duraría mas tiempo del imaginado. Aquí logre formar parte de mis primeros equipos deportivos de barrio, las cascaritas de fútbol y de béisbol en un terreno baldío alterno a nuestra cuadra, cuando con una simple pelota de tenis y un pedazo de madera jugábamos béisbol por horas, o con un balón parchado de mil colores jugábamos a estar en el estadio azteca, con porterías de madera podrida, y arena en vez de césped, pero era lo que me hacia levantarme con ganas aquellas mañanas de verano, de vacaciones que parecían eternas, y se pasaban mas rápido con dichas actividades. Aquí también llegaron mis primeras clases de guitarra, mis sueños de formar una banda, de serenatas, de las maripositas en el estomago, del primer amor, y por ende el primer desamor y el tratar de descifrar ese gran enigma que llaman amor.

La siguiente mudanza fue muy dolorosa, fue algo forzado, con todo y eso, tuvimos que empezar de nuevo, el mismo proceso, el empacar a como diera lugar, y el desempacar. Y luego, el nuevo barrio, en calle Parque del Triunfo, que de triunfo no tuvo nada. De pocas amistades, aquí sentí que mi esencia cambió y que solo conviví con los vecinos por necesidad y cortesía, no era lo mismo, nunca lo fue, ¿o seria que ya tenia bien definido mi line up de amistades? Creo que durante esta época pasaba mas tiempo en otros lugares, solo llegaba a dormir, y en veces a altas horas de la noche; época de juventud un poco desenfrenada y un tanto mas desorientada.

¿Cómo se podría definir? ¿De cada lugar me lleve algo guardado en mi corazón? ¿O en cada lugar deje algo de mi esencia, algo se quedaba con cada mudanza y a la vez algo me llevaba con una nueva andanza? Creo que la vida así nos la juega, vamos por ahí caminando, dejando rastro, y llevándonos algo, como un souvenir, ya sea físico, pero muchas veces en forma de recuerdos. Y dicen que recordar es vivir...
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