30 noviembre 2016

Y cuando desperté, los fantoches seguían ahí…

El mundo es una pesadilla de un tiempo a la fecha.  Elecciones gringas, un payaso a la casa blanca, otros payasos aterrorizando incautos, bombardeos, atentados, guerras de palabras y de armas, tragedias futbolísticas.  Cada que abro los medios informativos es para leer o escuchar porquerías.  El mundo esta al revés.  Vivo en una eterna pesadilla y cada vez estoy mas solo que nunca, rodeado de puros fantoches.  Amigos ….los deje de tener hace tiempo; tengo “conocidos” que es diferente, los “disque amigos” hace tiempo que emprendieron la disimulada y graciosa huida en pasitos para atrás, arreculando, por voluntad propia u ordenes supremas de sus respectivas medias naranjas o sus amigos imaginarios colectivos (quite usted, si gusta y no se espanta, la “s” a estas tres últimas palabras)

Es triste darse cuenta de todo esto como de golpe, pero mas triste es vivir en negación.  La verdad siempre ha estado ahí, solo que hasta que uno despierta, comienza a darse cuenta de cómo se mueve el agua, de cómo son las cosas, de que lado masca la iguana.  Este mundo se mueve por fuerzas invisibles, casi palpables que están ahí siempre a nuestro alrededor.  Intereses mezquinos, ambición de poder, de dinero, de control.  De esto no se salva nadie, porque no solo aplica a políticos, presidentes o gobernadores, diputados y senadores.  Aplica hasta en los ordinarios que nos rodean, los “disque amigos”.  Si tu no generas cierta ganancia o cierta cantidad o cierto retorno de inversión, tu relación con tal o cual persona pasa a segundo plano.  Que digo segundo plano, pasa al final de la cola.  With money dances the dog – decía un antiguo compañero de trabajo; que razón tenia este cabrón. 

Y es así como el desfile de fantoches se hace mas aparente, mas sorprendente o mas interesante según sea la etapa de “despertar de la conciencia”.  Y lo vemos en las noticias, y lo vemos en nuestros trabajos, en nuestro andar diario.  Lo que importa son las apariencias, ser mas chingón que el otro, mas exitoso.  Por lo mismo, las relaciones de amistad, de parentesco o lo que sea, pasa a bajar por el caño al mundo de despojos humanos, porque ese es el valor que le damos, y los fantoches pasan a la delantera de la carrerita de ratas, de cuello blanco, azul, en “v” o como quieran.  Y las redes, televisión, medios de comunicación en general, pasan a ser el escaparate de los fantoches; están en todas partes.  Y es cuando recuerdo esa frase de un gran amigo de infancia “Ay San Judas Tadeo, que tengo en los ojos que puros ojetes veo”.

Espero despertar de mi pesadilla en una vida de estas….
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25 julio 2016

Sin garantias

No voy a mentir ni me voy a adornar.  No vi una luz al final de un túnel ni escuche voces ni música angelical ni nada por el estilo.  Solo sentí que me llevaba pifas, me cargaba el payaso, me dio frio y pensé "no estoy listo".... pero quien carajos está listo! Nadie lo está y quien lo este, que preste de esa madre para andar igual.


La experiencia en la sala de urgencias no fue un parteaguas ni una epifanía, nada por el estilo.  Solo fue un recordatorio de lo efímero que es el tiempo que pasamos por este mundo, y lo desechable que puede ser la vida, sobre todo la propia en comparación a lo demás.  Si vas a pasar tarde o temprano a formar parte de la composta para la poca vegetación que estamos dejando a las futuras generaciones, ¿para que mortificarse en pendejadas y pensar si lo van a velar a uno, si le van a llorar?  Tal vez sí, pero un ratito; venga el cafecito con piquete y a seguirle que esa renta no se va a pagar sola.  Si así va a ser, ¿porque vivir atado a las reglas?  De ahora en adelante, a vivir como se me dé la gana cuando se me dé la gana, por el tiempo que quede, que dicho sea de paso, no está garantizado.  A darle pues adelante, a donde sea que fuere, que mañana no sabemos...
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27 enero 2016

14 enero 2016

Pues no me la saqué


Había cierto “algo” en el ambiente que hasta el aire respirado se sentía más pesado.  No tarde mucho tiempo en averiguarlo.  La pesadumbre de todos los días se hacía mayúscula con la noticia del día.  De entre tanta basura que publican los diarios como notas principales, la de hoy pesaba más que cualquier juicio moral, política exterior, candidato vociferante, deterioro económico, despanzurre indiscriminado (entiéndase guerra):  Hubo tres boletos ganadores del sorteo de la lotería “Powerball” en el gabacho, con premio multimillonario record; pero el ganador no fui yo.

Esta última frase casi se podía leer en las mentes de todos los automovilistas, pasajeros del bus, trabajadores, transeúntes y demás personas, y sin necesidad de ser adivino, mentalista u otra charlatanería de esas.  La plática está en todas partes.  En la radio, hasta los programas deportivos hablaban del tema – “…y a que evento deportivo iría usted si se hubiese ganado el Powerball?” – y los gabachos, ¡ni se diga!

Uno de los tantos “memes” que ahora son ya carteros de moralejas, leía en su mensaje, semejando a un boleto de lotería y desplegando palabras en vez de números, y resumiendo la sensación colectiva: “debes-de-volver-al-trabajo”.  Un misterio total es la psique del ser humano, que nos lleva en ocasiones a una fuerza desmedida frente a la adversidad, a conquistas inimaginables en todos los planos y por otra parte no dejamos de ser tan soñadores, y uno de esos sueños, es el de algún día abandonar la famosa “rat race” o carrera de ratas de laboratorio, ganándonos el premio mayor de la lotería. 


Una carrera de ratas, analogía extraña y certera de lo que hoy en día conocemos como trabajo u ocupación, ganarse la vida, el pan con el sudor de la frente, corretear la chuleta.  Ya sea para engrosar la billetera de alguien más, o para la ilusión de engordar la propia en el mundo emprendedor, formal o informal, en esta vida como la conocemos, tenemos que andar en esa carrera; así nos hacen, así nos forman.  Y de lo que nos gusta, de lo que en realidad amas, para lo que si soy bueno… eso debe esperar - ¿Para cuándo? – para otra vida será… Por lo pronto tenemos que seguir corriendo, sin llegar a ninguna parte ¡Ah!  Pero eso sí, sin llegar tarde;  viviendo de la ilusión, corriendo del trabajo a la casa y viceversa en nuestras cajas metálicas con rueditas, reprimiendo nuestros anhelos, ilusiones y sueños, hasta el próximo sorteo….
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