Recuerdo que de niños, mientras estábamos sentados todos a la mesa para compartir los sagrados alimentos, si por alguna razón a mí o a mi hermana se nos ocurría derramar sobre la mesa el vaso con agua, leche o lo que estuviéramos bebiendo, se “armaba la grande”. Mi madre nos ponía una regañada que, nos duraba tal vez por días resonando por ahí en nuestras cabezas huecas, y al contrario de lo que se pensara, no nos hacia limpiar el tiradero, ella misma levantaba aquel desorden. Hoy en día, si a alguno de mis enanos se les ocurre la misma gracia de antaño, mi reacción es muy parecida a la de mi madre, me molesto y limpio yo mismo el desorden... “cada vez me parezco mas a mi madre”.
Recuerdo que cuando era niño, los Domingos en la tarde era difícil levantar a mi papa del sillón para hacer alguna actividad afuera. Era la tarde típica de su lectura, una copa de vino tinto y a escuchar opera, Pavarotti era su favorito, también Mario Lanza, el gran Caruso, y en otras ocasiones era el Tango, Carlitos Gardel, pero recuerdo mas a Agustín Irusta, ese disco era de sus favoritos. En la actualidad, yo si creo dedicar mas tiempo a mis enanos para sus actividades, pero hay algo inminente en mi, que me remonta a la esquina solitaria y en veces triste, en compañía de un buen libro, y de la magia del iPod, ¿con que música? Curiosamente alguna opera, y tangos, instrumental de Piazzolla, un genio para mi gusto; todavía estoy en la búsqueda de aquellos tangos (ahora en formato digital) de Agustín Irusta... “cada vez me parezco mas a mi padre”.
Recuerdo con cariño reuniones familiares, o de amigos, y a mi mente vienen aquellas imágenes, mi mama siempre con una sonrisa, un don de gente, un humor bárbaro, contaba chistes, hacia reír a los demás (herencia de su padre, un humorista natural, de los que te hacían reír mientras el conservaba un semblante serio, de esos de “antes”). Además de que mi mama también cantaba, hacia duetos con mi hermano mayor, o con su hermano a dos voces y toda la cosa; en pocas palabras el alma de la fiesta, siempre positiva. Ahora en mi tiempo, desde mas joven, recuerdo siempre esa alegría con la que abordaba las reuniones de amigos, las fiestas, todo lo que fuera reunión. Contar chistes hasta el amanecer, dibujar sonrisas y sacar carcajadas a mi alrededor eran mi hobbie, cantar en serio y cantar en broma eran mi estilo, parte bohemio, parte bromista... caray “cada vez me parezco mas a mi madre”.
Cuantas veces no hemos escuchado esta frasecita a manera de repudio, de espanto, de trauma. Creo firmemente que se es lo que se es gracias a la influencia de nuestros padres. Habrá algunos que dejaron una “asignatura pendiente” con su padre, madre o con ambos, pero creo que al final de cuentas la decisión esta en nuestras manos, tomar siempre lo bueno, lo mejor, los recuerdos que nos hacen felices. Sé que habrá también malos recuerdos, pero contra eso es contra lo que se tiene que luchar, ese es el tema a tratar con los terapeutas, pero como buen iluso y soñador, creo que el recuerdo de los padres, debe ser guardado celosamente con amor, sin rencores, siempre viendo lo positivo, porque algún día, tal vez otras personitas ya mas crecidas se van a cuestionar estos mismos disparates, y queremos que tengan la mejor herencia, los mejores rasgos de nosotros mismos, ¿no lo creen así?