Creo que todos en algún momento de nuestra niñez o juventud fuimos abordados con esa preguntita: ¿Qué quieres ser cuando seas grande? Sin duda una pregunta trillada, pero que tiene su trasfondo, su importancia, o de plano cuando te la hacen te quieren hacer “patinar”, solo para analizar tu respuesta. Ah pero cuando uno es niño “no contaban con su astucia”, porque de niño uno contesta rápido, conciso, sin rodeos y contesta con el corazón, lo que a su pequeño criterio considera que es la ocupación más fascinante del mundo.
Ya Miguel Mateos en su canción “Cuando seas grande” nos lleva un poco adentro de todo este rollo de lo que para algunos pesa el tomar una decisión en cuanto a la vocación; por cierto esa canción era como un himno en mi generación, fue de las primeras “rolitas” que sacamos con la mini-banda de la que forme parte en aquellos tiempos, que tiempos aquellos por cierto. Pero la cuestión es si en realidad recordamos lo que nosotros en nuestra infancia / juventud llegamos a contestar ante aquel cuestionamiento.
Recuerdo que mi mama, a pesar de aquel mural de bochos de Volkswagen que dibujé en la pared, decía que tenia mucho talento para dibujar, así que en alguna ocasión llegue a contestar que iba a ser dibujante.
Después, cuando Papa por las tardes se ponía a trabajar desde casa haciendo planos catastrales, yo me sentaba junto a él, en una esquina del restirador de dibujo, tomaba una regla y me ponía a hacer mis propios trazos, por lo que en algún otro tiempo conteste a la famosa preguntita que yo iba a ser ingeniero.
Desde niño fui muy afecto a las naves espaciales, extraterrestres y todo lo que tuviera que ver con el espacio. Observaba con fervor en la televisión los documentales acerca de las misiones de los Apolos, así que en alguna otra ocasión llegue a contestar que de grande yo iba a ser astronauta.
Creo que de joven me deje de hacer esta pregunta, y cuando alguien mas me preguntaba, yo atinaba a contestar lo primero que se me venia a la mente, tal vez con el afán de quitármelos de encima, llegue a contestar que Arquitecto, Ingeniero, Físico y Maestro; aunque ya para ese tiempo como que me llamaban la atención las computadoras.
Al fin de cuentas termine por estudiar una carrera en el campo de los Sistemas de Información, Informática, o como le quieran llamar; como que siempre estuvo la matemática presente, pero también siempre estuvo presente el otro “gusanito” por ahí, el del dibujo, el arte, la literatura, pero muy guardado, muy en reposo.
Independientemente de todo, aquí lo fascinante no es el fin al que llegamos, sino las opciones que nos dibujábamos en un principio, cuando uno es niño, cuando el soñar no cuesta nada y la verdad esta siempre en la punta de la lengua. Esas respuestas son y serán siempre las mas sorprendentes, las mas fascinantes; son esas que se quedan guardadas en nuestros recuerdos, o en algún papel, dibujo, fotografía u otro recuerdo... de nueva cuenta, de esos que se encuentra uno en el ático.
Por cierto, el de la foto, acertaron, soy yo cuando tenia como 3 años. Nótese el estilo, muy de traje pero con sombrero. El traje y la elegancia fueron herencia de mi padre y mi abuelo, que aunque pobres, pobres, pero siempre de saco y corbata. Y el sombrero norteño, herencia de mi familia materna, muy del campo, de la sierra de Chihuahua, de la canción norteña, de la vida sencilla. Pero en ese tiempo no soñaba con ser Abogado o con ser Vaquero, alomejor pensaba en un híbrido, una mezcla, a juzgar por la foto, la cual también me encontré en el ático.
Ya Miguel Mateos en su canción “Cuando seas grande” nos lleva un poco adentro de todo este rollo de lo que para algunos pesa el tomar una decisión en cuanto a la vocación; por cierto esa canción era como un himno en mi generación, fue de las primeras “rolitas” que sacamos con la mini-banda de la que forme parte en aquellos tiempos, que tiempos aquellos por cierto. Pero la cuestión es si en realidad recordamos lo que nosotros en nuestra infancia / juventud llegamos a contestar ante aquel cuestionamiento.
Recuerdo que mi mama, a pesar de aquel mural de bochos de Volkswagen que dibujé en la pared, decía que tenia mucho talento para dibujar, así que en alguna ocasión llegue a contestar que iba a ser dibujante.
Después, cuando Papa por las tardes se ponía a trabajar desde casa haciendo planos catastrales, yo me sentaba junto a él, en una esquina del restirador de dibujo, tomaba una regla y me ponía a hacer mis propios trazos, por lo que en algún otro tiempo conteste a la famosa preguntita que yo iba a ser ingeniero.
Desde niño fui muy afecto a las naves espaciales, extraterrestres y todo lo que tuviera que ver con el espacio. Observaba con fervor en la televisión los documentales acerca de las misiones de los Apolos, así que en alguna otra ocasión llegue a contestar que de grande yo iba a ser astronauta.
Creo que de joven me deje de hacer esta pregunta, y cuando alguien mas me preguntaba, yo atinaba a contestar lo primero que se me venia a la mente, tal vez con el afán de quitármelos de encima, llegue a contestar que Arquitecto, Ingeniero, Físico y Maestro; aunque ya para ese tiempo como que me llamaban la atención las computadoras.
Al fin de cuentas termine por estudiar una carrera en el campo de los Sistemas de Información, Informática, o como le quieran llamar; como que siempre estuvo la matemática presente, pero también siempre estuvo presente el otro “gusanito” por ahí, el del dibujo, el arte, la literatura, pero muy guardado, muy en reposo.
Independientemente de todo, aquí lo fascinante no es el fin al que llegamos, sino las opciones que nos dibujábamos en un principio, cuando uno es niño, cuando el soñar no cuesta nada y la verdad esta siempre en la punta de la lengua. Esas respuestas son y serán siempre las mas sorprendentes, las mas fascinantes; son esas que se quedan guardadas en nuestros recuerdos, o en algún papel, dibujo, fotografía u otro recuerdo... de nueva cuenta, de esos que se encuentra uno en el ático.
Por cierto, el de la foto, acertaron, soy yo cuando tenia como 3 años. Nótese el estilo, muy de traje pero con sombrero. El traje y la elegancia fueron herencia de mi padre y mi abuelo, que aunque pobres, pobres, pero siempre de saco y corbata. Y el sombrero norteño, herencia de mi familia materna, muy del campo, de la sierra de Chihuahua, de la canción norteña, de la vida sencilla. Pero en ese tiempo no soñaba con ser Abogado o con ser Vaquero, alomejor pensaba en un híbrido, una mezcla, a juzgar por la foto, la cual también me encontré en el ático.