El día comenzaba mas temprano que de costumbre, había que hacerlo, había que enfrentar lo inevitable por lo cual había que estar preparado con tiempo y ganas. Dando de tumbos, como pudo se dirigió a la regadera, tomo una ducha, sin pensarlo mucho (nunca solía hacerlo) se vistió como mejor pensó que podía hacerlo para esa ocasión.
Para cuando terminó de afeitarse, se dio cuenta de que el tiempo había transcurrido rápidamente... otra mañana mas sin desayunar, al menos no en casa. Bajó a la cocina, tomo una bolsa de papel de las llamadas “brown bags“, y ahí puso un yogurt, un par de barritas de granola y una manzana, y claro, una cuchara desechable para el yogurt y una servilleta, para cuando tuviera tiempo de desayunárselos.
A las carreras, subió al auto, y se da cuenta, sin ser esto una sorpresa, que el indicador del tanque de gasolina esta en la “E” de “échale gasolina wey”. No había tiempo, había que llegar a la cita inevitable, además de que el indicador todavía marcaba que el tanque tenia algo de la reserva – me la juego, no hay de otra – y siguió su camino.
Por fin llegaba a su destino inevitable de esa mañana, muy puntual por cierto. Después de los tramites de costumbre, es conducido hasta una especie de sala de espera, donde también se encontraba otra persona, esperando su turno por supuesto y con un nerviosismo evidente. Para pasar el tiempo de espera, el iba armado con su libro de Benedetti (Despistes y Franquezas)
No sabe exactamente cuanto tiempo había pasado cuando por fin escucho su nombre – pase usted por aquí por favor – y era conducido hasta una silla con amplios descansa-brazos. Una señorita amablemente le pregunta que si prefería el izquierdo o el derecho – el izquierdo, por si cualquier cosa, todavía me quedo con el diestro – y sin decir mas, apretó su puño, volteo su vista hacia cualquier otro lado que no fuera ese y... ¡zas!... la aguja hace su entrada triunfal en la vena para extraer una muestra de su sangre, cual vampiro extrayendo el líquido vital de sus víctimas...
¿Esta demás decir que me chocan las agujas y los análisis de sangre?... es la tercera ocasión en menos de cuatro meses, espero que sea la ultima en mucho, mucho tiempo.
Para cuando terminó de afeitarse, se dio cuenta de que el tiempo había transcurrido rápidamente... otra mañana mas sin desayunar, al menos no en casa. Bajó a la cocina, tomo una bolsa de papel de las llamadas “brown bags“, y ahí puso un yogurt, un par de barritas de granola y una manzana, y claro, una cuchara desechable para el yogurt y una servilleta, para cuando tuviera tiempo de desayunárselos.
A las carreras, subió al auto, y se da cuenta, sin ser esto una sorpresa, que el indicador del tanque de gasolina esta en la “E” de “échale gasolina wey”. No había tiempo, había que llegar a la cita inevitable, además de que el indicador todavía marcaba que el tanque tenia algo de la reserva – me la juego, no hay de otra – y siguió su camino.
Por fin llegaba a su destino inevitable de esa mañana, muy puntual por cierto. Después de los tramites de costumbre, es conducido hasta una especie de sala de espera, donde también se encontraba otra persona, esperando su turno por supuesto y con un nerviosismo evidente. Para pasar el tiempo de espera, el iba armado con su libro de Benedetti (Despistes y Franquezas)
No sabe exactamente cuanto tiempo había pasado cuando por fin escucho su nombre – pase usted por aquí por favor – y era conducido hasta una silla con amplios descansa-brazos. Una señorita amablemente le pregunta que si prefería el izquierdo o el derecho – el izquierdo, por si cualquier cosa, todavía me quedo con el diestro – y sin decir mas, apretó su puño, volteo su vista hacia cualquier otro lado que no fuera ese y... ¡zas!... la aguja hace su entrada triunfal en la vena para extraer una muestra de su sangre, cual vampiro extrayendo el líquido vital de sus víctimas...
¿Esta demás decir que me chocan las agujas y los análisis de sangre?... es la tercera ocasión en menos de cuatro meses, espero que sea la ultima en mucho, mucho tiempo.