28 abril 2007

Historias de estadio

En mas de una ocasión he manifestado mi gusto, y tal vez en ocasiones obsesión, por el deporte de las patadas, de las masas, el deporte más internacional y uno de los más bellos que existen: el fútbol. Pero no toda la vida fue así, existe otro deporte que traigo un poco arraigado, tanto en las venas como en la memoria. Un deporte que en ocasiones también me apasiona, pero con un aire de nostalgia, lleno de recuerdos y que mi hijo sándwich se encarga de recordarme cada vez que puede pidiéndome un bat y un guante... así es, me refiero al llamado rey de los deportes: el béisbol.

Debido al arraigo del béisbol en mi familia paterna, de cierto modo crecí admirando ese deporte, con sus respectivos intentos de jugarlo durante mi infancia en las calles del barrio, o en el terreno baldío o parque que estuviera disponible. Fui el jugador más malo que haya existido en la historia del deporte, y junto a mis amigos del barrio formamos un equipo al más puro estilo de los “Bad News Bears”, perdiendo siempre nuestros partidos contra equipos de otros barrios, pero el espíritu de sana competencia era el que nos mantenía en la pelea.



Pero lo que más recuerdo con gusto, son aquellas visitas al estadio de béisbol. Durante mi infancia, en mi ciudad natal, existió un equipo profesional dentro de la Liga Mexicana de Béisbol, ¿el equipo en cuestión? Los Indios de Juárez. Fueron muchas las ocasiones en que asistí al Estadio Cruz Blanca y Listón Azul, nombre en honor a una cervecería local patrocinadora del equipo. En dicho estadio viví momentos de todo tipo, victorias gloriosas del equipo, derrotas dolorosas, momentos divertidos, y muchos más. Creo que en el estadio escuche y aprendí algunas de mis primeras palabrotas, recuerdo como al escucharlas soltaba una carcajada y de inmediato volteaba hacia mi papá. Su cara en un principio era de desaprobación, pero casi de inmediato salía a relucir una enorme sonrisa de complicidad, mientras no dijera nada en casa, todo aquel repertorio de palabras novedosas estaba permitido, a manera de audiencia claro esta.

Mi mente regresa en el tiempo y de pronto me visualizo esperando a mi padre en la puerta de mi casa en alguna ocasión que ya habíamos quedado de ir a ver un partido. Mi padre tenia la costumbre de ir al estadio con mucha anticipación, para así evitarnos las aglomeraciones. Recuerdo que los juegos de casa siempre eran nocturnos, comenzaban a eso de las 7:00 PM, en algunas ocasiones alcanzábamos algo de luz solar, pero siempre nos caía la noche. Por lo mismo, mi madre me mandaba a los partidos con la merienda lista, así que casi siempre tuve de compañero, aparte de mi padre, un buen litro de leche en empaque de cartón, algún pastelillo (por lo general Gansito o Pingüinos) y un viejo guante de béisbol, por si en alguna ocasión llegaba a caer cerca de mi alguna pelota de “foul”, así estaría preparado para atraparla y de pasada lograr la foto deportiva de la semana. Dicho momento nunca llegó, ah pero como disfrute mis meriendas en el estadio; recuerdo a mi padre pedir de favor al vendedor de cervezas que le permitiera guardar el litro de leche en la hielera junto a las cervezas y las sodas, era una escena surrealista, la recuerdo como de blanco y negro, y únicamente el cartón de leche a color, como para una postal.


Así es como vi desfilar varias glorias del béisbol mexicano frente a mis ojos, inclusive conseguí algunos autógrafos en cuadernos, pelotas, programas: el gran pitcher Teodoro Higuera (después jugaría en ligas mayores en EE.UU.), Rafael García, el “Peluche” Peña, Antonio Briones, Elpidio Osuna, y los entrenadores, el gran José “Zacatillo” Guerrero y aquel señor ya de edad avanzada pero que siempre tenia una manera muy peculiar de correr hacia su posición de “coach” de primera base, una gran leyenda del béisbol mexicano: Don Víctor Manuel “Pingua” Canales.

Pero así como vi grandes figuras del béisbol, tanto de casa como de visitantes, creo que los momentos que más se quedan grabados, son los más simples, los de la fila para los boletos, los de la cara que ponía el policía de la entrada al revisar nuestra bolsa de papel y descubrir un litro de leche de cartón, la del señor que vendía cervezas, los de las palabrotas de algún aficionado al calor de varias cervezas, los de aquel porrista que iba a todos los juegos apodado el “rarotonga” por su larga cabellera crispada, los de tensión al máximo donde todo el estadio estaba en silencio y solo se escuchaba al fondo la transmisión radial de otro grande, Don Rafael Avalos de la Pena.

Y a pesar de todo, creo que todas estas memorias reales se fueron quedando debido a la búsqueda de aquella relación padre-hijo, que un chiquillo de ocho o nueve años buscaba acrecentar con esas visitas al estadio, y con todo lo que esto implicaba y rodeaba. Espero yo poder hacer lo mismo con mis enanos, ya sea en un estadio, un teatro, un cine, donde sea que me depare el destino.
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23 abril 2007

No hay plazo que no se cumpla...

... y es así como se llegó la primera (al menos para mí) reunión bloggera. Nuestro amigo y compañero Diesel Armani tuvo a bien organizar una reunión de bloggeros de Ciudad Juárez y anexas, y también de amigos de un foro de Internet. Si gustan, pueden revisar la reseña, creada desde el punto de vista del excelente anfitrión, haciendo clic acá .

Todo comenzó una tarde de primavera en que las hojas de los árboles reverdecían poco a poco y... mejor pasamos al relato verdadero. La reunión se había pactado para las 8:00 PM. en casa de Diesel. Como era la primera vez que asistía y la primera vez que los iba a conocer, pues yo esperaba que ya hubiera gente pero no, fuimos de los primeros. Antes de tocar en la puerta pensaba para mí mismo – ¿Cómo le voy a hacer, que voy a preguntar en la puerta si me recibe alguien mas? Buenas tardes, ¿se encuentra Diesel? Capaz que si es su mama o su papa me contestan “aquí no vendemos Diesel” o que sé yo.


Todas esas preocupaciones fueron vanas, puesto que todo mundo en su casa estaba preparado para la reunión y sus visitantes, tanto para los conocidos como para los anónimos, yo siendo parte de los últimos. Y que digo preparados, estaban mas que preparados, en verdad que Diesel es un gran anfitrión, tenia listo el carbón y el asador para la carne, las cervezas y refrescos listos para ser bebidos, fríos en su punto. Poco a poco las botanas hicieron su aparición, también otras bebidas como el vino y el tequila.

Comenzó pues la reunión, ya con todos los invitados ahí presentes, Diesel y familia como anfitriones, Reno y Dama, Pelos y esposa, el Orale (alias Fernando o ¿viceversa?), Graciela, Esclavo de la Noche y Nexus 6 con su esposa y familia, y por supuesto, un servidor y señora De Magoo. Ya comenzada la reunión, tuvimos una especie de sesión de regresión, puesto que todos los hombres salimos al patio en busca del fuego (todos junto al asador, bien dicen que “el que parte y reparte se lleva la mejor parte”) mientras las mujeres se quedaron en la mesa del comedor, ya sé, tal vez la pregunta es ¿se quedaron voluntaria o involuntariamente ahí? Creo que esto fue hecho para que cada género pudiera platicar con confianza de todas esas cosas trascendentales de la vida, en veces comúnmente llamados “chismes”, en fin.


Nuestra platica fue tan amena, que las horas pasaron entre carne asada (chuletas, arrachera, carrilleras de costillas), salchichas polacas y salchichas rojas de carne de ave y derivados (sepa Dios que nos comimos pero estaban muy buenas), espagueti, botanas y por supuesto “el elixir de la vida” en algunas de sus variaciones, que olvidamos nuestro lado musical y nunca sacamos a relucir nuestras guitarras, discos de karaoke y demás recursos musicales. Lástima, pero creo que esta bien, sirve que me da mas tiempo para prepararme pues hacia tanto tiempo que no tocaba la guitarra que actualmente mi repertorio es demasiado pobre, y pues así, con mas tiempo me preparo otras canciones para la próxima reunión, porque la habrá, inclusive ya se habla de ir a otros lugares a extender nuestros dominios (Delicias, agárrense que ahí les vamos, jajaja... un año de estos)


Despajes de terminada la comida, seguimos con la amena platica, ya con ambos grupos juntos en la mesa del comedor, haciendo la clásica sobre-mesa, y en vez de café, seguimos bebiendo elixir pues abundaba y no íbamos a cometer la grosería de dejarlo, somos muy educados, y como lo que mas duele es el desprecio, dijimos ¡Salud!


En resumidas cuentas, considero que la reunión fue todo un éxito. Se que faltaron mas miembros de la comunidad blogera de Ciudad Juárez y alrededores, tal vez cometimos el pecado de omitir a algunos, pero créanme, no fue voluntario y créanme que habrá mas reuniones y para la próxima queremos ver a mas gente por ahí, sea donde sea que se organice la reunión. Para los demás bloggers que no viven en nuestra ciudad o en nuestro país, tengan por seguro que los tuvimos presentes en nuestra platica y recuerdos, pero por el cyber-espacio va también para ustedes un poco de la carne, botanas, bebidas y demás, pero sobre todo va nuestra alegría, platica amena y buenos ratos, porque siempre tenemos algo que compartir, ¿no lo creen así?
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16 abril 2007

De músico, poeta y loco...

De músico, poeta y loco... todos tenemos un poco. Así reza un conocido refrán, y aunque algunos tenemos mas de una cosa que de la otra (sobre todo de locos), creo que el refrán va muy ad hoc con esta pequeña historia, de cuando nos dio algo de músicos a un grupo de amigos de universidad y nos lanzamos a formar una rondalla, y contra todo pronostico, lo logramos, con algo de talento, ganas y todo lo demás, pero lo logramos.

Todo comenzó cuando un buen amigo de la infancia y yo coincidimos en la universidad. El fue prácticamente mi maestro de guitarra en mi época de secundaria. En un verano completo, a base de tenacidad y practica diaria, aprendí los acordes mas básicos, alguna que otra técnica de arpegio y varias canciones, y por ahí pase a formar parte del coro en la iglesia, con eso daba mis primero pasos. Aunque cabe aclarar que unos años atrás, ya mi madre me había enseñado unos cuantos acordes en una pequeña guitarra, así que no llegaba a mis clases completamente de cero.

El tiempo paso, y aquellos jovencitos del coro siguieron caminos diferentes, algunos siguieron en la música, formaron bandas rockeras, se unieron a la rondalla de su escuela preparatoria y cosas por el estilo, otros no. Yo por mi parte fui uno de los segundos, de los que no siguió mucho en la música, o al menos no de una manera formal, pero al menos, una guitarra siempre tuve (y todavía tengo) acompañándome en ciertos momentos, serenatas, coros improvisados, noches bohemias, etc.

Paso que en alguna reunión improvisada en algún lugar del campus universitario, mi amigo David me comentó la idea que tenia de formar una rondalla. La escuela no tenía una rondalla, y sabíamos que nos íbamos a topar con algo de resistencia, sobre todo en el aspecto financiero y de patrocinio. Después de meditarlo un poco, le di mi apoyo y le entramos a la aventura; el siguiente paso: reclutar a los integrantes. Pasamos la voz, pegamos anuncios en Asuntos Estudiantiles, y poco a poco fueron llegando los candidatos, pero no eran muchos. A uno lo tuvimos que enseñar casi desde cero a tocar la guitarra, pero no nos costo mucho trabajo, en el vocabulario de este cuate no existía la palabra “imposible”, así que en un santiamén estaba tocando, y además tenia un humor, siempre nos tenia riendo en cada ensayo. Conseguimos un requintista que David se encargo de “pulir”, y otro mas que ya venia con buena escuela, después llegaron otros guitarristas, y el vocalista lo tuvimos que conseguir de fuera de la escuela, porque aunque ninguno de nosotros tenia mala voz, el amigo aquel cantaba muy bien, así que necesitábamos una fuerte carta de presentación en ese aspecto.

Todo iba bien, pero faltaba un detalle, el bajista o contrabajista (tololoche como le llamamos algunos) ¿De donde lo vamos a sacar? – le pregunte a David. Su mirada de misterio, profundidad y risa me dio la respuesta. – No seas cabrón, pero yo ni sé tocarlo – le dije, pero no fue argumento suficiente y jamás me arrepentí de haberlo aceptado, porque aunque no haya aprendido a tocar el contrabajo como un experto, algo de experiencia me dio y además me permitió ayudar de alguna manera al nuevo equipo que en ese momento fundábamos. Fuimos a pedir un contrabajo prestado con el que fuera maestro de David en la rondalla de la prepa y ahí me tienen practicando día y noche, hasta que me salieron ampollas arriba de la ampollas, cayos y demás cosas en mis manos, pero todo realizado con gran satisfacción.

El siguiente paso fue entrar a un festival de rondallas, el cual nos serviría como plataforma de lanzamiento, y de paso convencer a las autoridades de la escuela de que había sido una buena idea este rollo de la rondalla. Aquí cabe mencionar que Ramón, el maestro de rondalla de David, nos había prestado el contrabajo con la condición de que David y yo formáramos parte de la rondalla de la universidad que organizaba el festival y de la cual él era el maestro. Así que gracias a todo esto, mi horario fue todavía más caótico, dobles ensayos de rondalla, correr de aquí para allá, pero lo bueno fue que aprendí muchas canciones nuevas, mejore mis ritmos de guitarra (o eso creo), aprendí a tocar el contrabajo y aprendí que la música me gustaba mas de lo que yo mismo pensaba.

El festival resultó ser todo un éxito para nuestra nueva rondalla, las autoridades de la escuela vieron con buenos ojos nuestro esfuerzo y prometieron apoyarnos más. Inclusive nos cayeron “contratos” para dar serenatas, tocar en eventos y cosas por el estilo. No lo hicimos por mucho tiempo puesto que la escuela se entero y nos enteramos de que era algo que estaba prohibido. Al final, el cuento de hadas no duro mucho tiempo. Creo que el problema principal fue que no hubo mas jóvenes interesados, así que cuando algunos de los integrantes tuvimos una carga mas pesada de estudios, o algunos graduaron y salieron, no existía pues una banca, una reserva lista para llenar esos espacios vacíos, y así como llego un día, también un día menos pensado la rondalla se fue.

Y es así como llegó este recuerdo, uno que me hace meditar que las cosas se logran a base de esfuerzo y perseverancia, uno que me hace sentir que es verdad que de músico, poeta y loco, todos tenemos un poco, y que me deja esa satisfacción de haber formado parte de la primera y única rondalla que tuvo mi universidad. Tal vez la pregunta que queda seria, ¿se podrá dar el re-encuentro? Quizás.
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10 abril 2007

De viajes en carretera

Debido a la presente época de vacaciones, aunado a que yo no tuve vacaciones esta ocasión (y al paso que voy ni tendré), vinieron a mi mente varios recuerdos de los viajes que hice en compañía de mi familia durante esas épocas de vacaciones, esos viajes en carretera que se me hacían eternos pero que ahora en retrospectiva me doy cuenta, servían para convivir mas de cerca con mi familia, para conocer lugares nuevos y para apreciar mas esos péquennos detalles que aquellos paisajes en carretera ofrecen, pueblitos pintorescos y sus habitantes, la serenidad, otro ritmo de vida, otros aires.

Como olvidar nuestros viajes hasta Guadalajara, un viaje bastante largo, considerando nuestro punto de partida: Ciudad Juárez, viaje que realizábamos en un día, o día y medio de carretera. Recuerdo bien ese Chevy Nova modelo setenta y tantos de mi hermano Alberto, y en el, mis hermanas, mi madre, mi hermano y yo, largas horas de asfalto, pueblos, paradas, gasolineras, fotos, folklore, etc. Pero todos, absolutamente todos esos viajes eran siempre acompañados de música, una selección de música hecha por mi hermano, una herencia que a al fecha conservo. Se escuchaba de todo, desde Simon & Garnfunkel, The Beatles, The Doors, CCR, Erik Clapton, pasando por Piero, José Luis Perales, y hasta José Alfredo Jiménez, para sentirnos muy mexicanos.

Pero en aquel primer viaje estilo Road Trip, recuerdo que nos paso de todo, comenzando con que a mi se me ocurrió, a mis escasos cinco años, enfermarme de una infección en un ojo saliendo de Juárez. Tuvimos que parar en Delicias en casa de unos amigos de mi hermano, así es, para mis amigos bloggeros de Delicias, esa fue la primera vez que conocí su ciudad, aunque he de confesar que me paso “de noche” porque también se me infectaría el otro ojo y no veía casi nada, en fin, después volví, pero esa es otra historia. Después de unas horas y varias aplicaciones de manzanilla en mis ojos, emprendimos de nuevo el viaje hasta nuestro destino final.

Al poco tiempo, un ruido constante comenzó a escucharse y a preocuparnos a todos. Era un “tap-tap-tap-tap-tap-tap” constante, un golpeteo en alguna parte del auto. Mi hermano se detuvo, reviso y todo parecía en orden, pero el ruido seguía. Después de varias paradas, el misterio del ruido fue resuelto. Un pedazo de cuerda con la que amarramos las maletas en la parte superior del auto, era el que, debido al viento, golpeaba el capacete del auto y producía aquel ruido misterioso. La preocupación desapareció al instante, las oraciones de mi madre fueron escuchadas y todos terminamos en una buena sesión de carcajadas, y a seguir nuestro camino.

Recuerdo dos o tres viajes de estos, pero cualesquiera que hubiese sido el destino final, había siempre una parada obligatoria (por mi mama por supuesto): Plateros Zacatecas, para visitar al Santo Niño de Atocha, y pedir que nos llevara con bien durante el viaje. Es un pueblito muy típico y con una iglesia tipo colonial, era como transportarse al pasado, pero al final de cuentas, me gustaba llegar a ese lugar, sentía un aire de serenidad, de paz, que aliviaba lo largo del viaje.

Unos años después hubo otro viaje, que además de a Guadalajara, nos llevo hasta Sinaloa, todo por carretera, con las mismas aventuras, peripecias, curvas y sus respectivos mareos y mil detalles característicos de un viaje por carretera. Y como siempre, no podía faltar la música, nuestra inseparable motivación, ambientación, esa música que gracias a ella, se relacionan lugares, viajes o personas con tal o cual canción.

Se llego el día en que me toco a mi ser protagonista de mi propia historia de viaje de carretera, y ahora era yo el encargado del line up de canciones, pero es curioso, la música cambió pero hubo unas canciones que no cambiaron. Por ahí se pueden encontrar en mis listas de canciones a Simon & Garfunkel, Los Beatles, CCR, Piero y José Luis Perales entre otros. Será porque en mis viajes quiero evocar aquellos otros viajes que hice cuando niño, por querer evocar los buenos tiempos que esos viajes me dejaban; no lo sé con exactitud, pero me gusta, y las canciones, esas por lo pronto se quedan en la lista.

Y ustedes, ¿qué tal sus viajes?
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02 abril 2007

Flashback Musical Juarense

Este video me lo encontré navegando por ahí, en mi búsqueda “desesperada” por encontrar música del grupo Amanecer, quienes son orgullosamente de nuestro querido Ciudad Juárez. Me gustan varias canciones de ellos, pero esta es una de las mejores, sobre todo la armonía, las percusiones, el bajo, etc, etc, etc. Ah y además el video fue hecho completamente en Ciudad Juárez, así que aquí va parte del entorno de nuestra ciudad, muy poco pero suficiente.

Para los que no los conocían, pues he aquí al grupo Amanecer de Ciudad Juárez Chihuahua, y para los que ya los conocían, pues he aquí un flashback musical, para que recuerden esas noches en los antros de Juárez, o en los conciertos de Amanecer, o a la morrita / morrito de la secundaria, prepa, etc, o cualquier recuerdo que les traiga. Espero que lo disfruten... y como dijera JuanGa “Arriba Juárez !!!”.



P.D. Si alguien tiene mas rolas de ellos, no sean gachos y ponganse la del Puebla no? Saludos.
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