- Voy tranquilamente caminando por la calle, de pronto pasa un auto, a toda velocidad y por la ventanilla arrojan una bolsa con basura.
- Me dispongo a tomar la fila (hacer línea) del puente internacional, de por sí ya larga, y veo el paso de numerosos autos que con desdén solo atinan a meterse en la fila para asegurarse un lugar mas adelante que los demás idiotas que si obedecemos las reglas.
- Camino por una calle la cual suelo recorrer con frecuencia. Dicha calle es ahora una importante parada de autobuses y al mirar al suelo, me doy cuenta que la banqueta se encuentra infestada de una incontable cantidad de gomas de mascar aplastadas y sucias, cuando antes la calle estaba impecablemente limpia.
- Llego al estacionamiento del supermercado y estaciono mi auto, cuando veo que alguien se estaciona en el lugar reservado para la gente discapacitada. Y la persona que se baja de dicho auto no se ve precisamente muy discapacitada a simple vista.
Ejemplos así hay miles tal vez, inclusive podríamos durar horas enumerando casos como los anteriormente mencionados, pero todo va a lo mismo.
¿En que momento perdimos la brújula, la dirección, la educación, la prudencia? Y hablo en plural porque creo que ninguno se salva; aquí nadie tira la primera piedra, absolutamente nadie, pero caray! hay unos que hacen de este descaro una vida eterna, un hobbie, un deporte y le juegan a ser campeones.
¿Por qué carajos la única manera de avanzar en la vida es aplastando al que esta enfrente? O en dicho caso, a cualquiera que se me ponga enfrente. Ya no es un chiste barato y aburrido de maestra de primaria, ya es una realidad que los jóvenes, no de ahora sino de un ayer no muy lejano, veían como un gran logro el poder llegar a ser pseudo agentes del orden o narcos, o cualquier cosa que se relacionara con lo ilegal, con la obtención de poder de la manera mas fácil, con la impunidad.
Para muestra de lo anterior, solo basta un botón: abrir las paginas de los diarios de cualquier ciudad, pero tristemente y en especial, de nuestra Ciudad Juárez y se comprueba lo dicho. Es de suponer que esa generación, esos niños de antes que a manera de chiste contestaban que querían ser narco, sicario, ratero o similar, pues ya crecieron, ya se graduaron y ya están “ejerciendo” sus respectivas carreras hoy en día.
Cada quien tiene su historia, de lucha, de sacrificio o de trampas, un testimonio de vida. Recuerdo cuando éramos niños, mis amigos de la cuadra nos divertíamos con lo que fuera, la imaginación sobraba para divertirnos inclusive ya entrada la noche, sin correr ningún riesgo. Algunos años después, no olvido como uno de aquellos niños (ya no tan niño) del barrio, apareció de pronto en un auto ultimo modelo, con ropa muy a la moda, y con una sonrisa sarcástica, oscura y falsa, casi casi como si mostrara el típico diente de oro mientras los demás nos peleábamos por echar un vistazo adentro del auto aquel. Sabíamos que no era magia, sabíamos que algo hacia que no estaba bien, pero era la única manera que tenia para demostrar que si se podía, y claro, ninguno pudimos hacer nada mas que observar y callar.
Es verdad que cada quien tiene la libertad de elegir, pero ¿por qué carajos elegir joder a los demás? De nuevo repito esa gran frase del Benemérito de las Américas, Don Benito Juárez: “El respeto al derecho ajeno es la paz”; en esto se encierra todo, aquí esta la solución a los problemas.
La próxima vez, habrá que aguantarnos la prisa y disminuir la velocidad cuando se deba, respetar el cruce escolar, hacer la fila como se debe, pagar la multa en vez de dar mordida, guardarnos la basura y tirarla hasta que lleguemos a un contenedor, avisarle al de enfrente que se le cayo su cartera y dársela, denunciar la injusticia cometida con el vagabundo, el anciano, con la vecina golpeada, con la mujer acosada, de cualquier índole, de cualquier estrato social, de cualquier genero, de cualquier origen, porque en todos esos pequeños detalles, por simples que parezcan, esta la impunidad, esta lo ilegal, esta el horror, todo eso que tanto repudiamos. El famoso prójimo somos todos, hasta los pecadores (mis queridos hermanos conservadores, dije “todos” o ¿acaso Jesús excluía gente por su origen o filiación?) Esto desgraciadamente también incluye a los “malillas” que han volteado de cabeza nuestra sociedad.
Empecemos por barrer nuestra calle para después poder reclamarle al vecino que barra la suya o reclamarle al gobierno que traiga la barredora, si los que la ensuciamos todo el tiempo somos nosotros mismos... ¿no lo creen así?