Había
cierto “algo” en el ambiente que hasta el aire respirado se sentía más pesado. No tarde mucho tiempo en averiguarlo. La pesadumbre de todos los días se hacía mayúscula
con la noticia del día. De entre tanta
basura que publican los diarios como notas principales, la de hoy pesaba más
que cualquier juicio moral, política exterior, candidato vociferante, deterioro
económico, despanzurre indiscriminado (entiéndase guerra): Hubo tres boletos ganadores del sorteo de la lotería
“Powerball” en el gabacho, con premio multimillonario record; pero el ganador
no fui yo.
Esta última
frase casi se podía leer en las mentes de todos los automovilistas, pasajeros
del bus, trabajadores, transeúntes y demás personas, y sin necesidad de ser
adivino, mentalista u otra charlatanería de esas. La plática está en todas partes. En la radio, hasta los programas deportivos
hablaban del tema – “…y a que evento deportivo iría usted si se hubiese ganado
el Powerball?” – y los gabachos, ¡ni se diga!
Uno de los
tantos “memes” que ahora son ya carteros de moralejas, leía en su mensaje, semejando
a un boleto de lotería y desplegando palabras en vez de números, y resumiendo
la sensación colectiva: “debes-de-volver-al-trabajo”. Un misterio total es la psique del ser
humano, que nos lleva en ocasiones a una fuerza desmedida frente a la
adversidad, a conquistas inimaginables en todos los planos y por otra parte no
dejamos de ser tan soñadores, y uno de esos sueños, es el de algún día
abandonar la famosa “rat race” o carrera de ratas de laboratorio, ganándonos el
premio mayor de la lotería.
Una carrera
de ratas, analogía extraña y certera de lo que hoy en día conocemos como
trabajo u ocupación, ganarse la vida, el pan con el sudor de la frente,
corretear la chuleta. Ya sea para
engrosar la billetera de alguien más, o para la ilusión de engordar la propia
en el mundo emprendedor, formal o informal, en esta vida como la conocemos,
tenemos que andar en esa carrera; así nos hacen, así nos forman. Y de lo que nos gusta, de lo que en realidad
amas, para lo que si soy bueno… eso debe esperar - ¿Para cuándo? – para otra
vida será… Por lo pronto tenemos que seguir corriendo, sin llegar a ninguna
parte ¡Ah! Pero eso sí, sin llegar
tarde; viviendo de la ilusión, corriendo
del trabajo a la casa y viceversa en nuestras cajas metálicas con rueditas,
reprimiendo nuestros anhelos, ilusiones y sueños, hasta el próximo sorteo….