Preámbulo:
Durante mi época de preparatoriano, nuestra escuela fue invitada a un concurso de bandas de guerra a nivel regional en la ciudad de Chihuahua, yo como miembro de la misma, me vi involucrado en aquel viaje. Después del viaje, la espera y la actuación, se llego el momento de anunciar a los tres primero lugares.(Para leer el post anterior completo hacer clic
aquí)
... y el primer lugar es para... el CBTIS 122 de Chihuahua, Chihuahua (seguido de gritos, aplausos y demás). El lugar se tornó un
pandemonium, los alumnos de dicha escuela gritaban y saltaban como locos, obvio - decía yo para mis dentros – nosotros tocamos mejor, ni se lo esperaban.
Todo fue confusión después de aquello, se supone que lo que seguía era la premiación, mas eso no estaba en nuestros planes. En esos momentos nuestro instructor se levanto de su asiento furioso, con su rostro rojo como si fuera un volcán en erupción; solo alcanzamos a escucharlo vociferar “vamonos de aquí a la chingada”. El director de nuestra escuela quiso mediar, insistió en que nos quedáramos. Por unos segundos nos quedamos quietos, helados por fuera pero calientitos por dentro. Haciendo caso a nuestros corazones, seguimos a nuestro instructor hacia fuera del gimnasio, salimos con nuestra frente muy en alto pero por la puerta de atrás.
Ya afuera del edificio, el instructor nos ordena formación, obedecíamos con una disciplina ciega y fiel, pero bien definida. Se puso al frente y comenzó a dirigir la primera marcha, recuerdo bien que nos pidió “y tóquenle con
guevos, que se escuche hasta Juárez”. Tocamos tan fuerte que nuestros corazones se salían por aquellos instrumentos, jamás escuche una banda tocar tan fuerte y tan bien. De pronto, en un gesto de solidaridad increíble, la banda de guerra del CBTIS 114 de Juárez se unía a nuestra peculiar protesta, seguidos también del Teresiano (Nombre por el que se le conoce al Colegio Latinoamericano en Juárez), creo que se perdieron su premiación, pero creyeron injusto el resultado. Los tres instructores se pusieron de acuerdo en ese momento, y comenzamos a tocar bajo las mismas ordenes. No recuerdo cuantas marchas fueron, tres o cuatro o tal vez mas, pero nunca había visto algo igual, pareciera que detrás de esa demostración existieran horas y horas de ensayos y coordinación, pero no, todo salió desde el fondo del alma, creo que por eso salió tan bien. Son detalles que no se olvidan, seria tal vez una insignificancia, pero para mí era una muestra mas de la solidaridad humana, nos pegaron en el orgullo (al fin y al cabo ellos también eran de Juárez), sabrá que fue.
El momento es para recordarse toda una vida, pero fue solo un momento y terminó. Regresamos al hotel, y durante el camino nadie hablaba, algunos lloraban, pero era un silencio sepulcral, al poco tiempo (horas) lo íbamos a superar. Esa tarde decidimos dar un paseo por la ciudad, caminar por las calles del centro, simplemente curiosear, despejar nuestras mentes. Después de un par de horas, a lo mucho, de caminar por ahí, regresamos al hotel al anochecer, no sin antes surtirnos de todo lo que nuestro presupuesto pudiera alcanzar en alcohol. No falto el fósil o el vivo con una licencia falsa para demostrar mayoría de edad, así que sin problemas adquirimos cervezas, tequila, ron, vodka y nada mas, aunque la verdad no me sorprendería que la variedad hubiese sido más extensa.
Esa noche ahogamos nuestras penas y frustraciones en todo ese alcohol, algunos más rápido que otros. Jugamos cartas, tomamos, contamos chistes, tomamos un poco mas, imitamos – aunque creo que ese desorden lo orquestaba yo solito – y ... tomamos algo mas. No faltaron aquellos novatos valientes que queriendo demostrar audacia tomaron demasiado rápido y con un estomago vació, y terminaron invocando a Juan y a Hugo junto al tobogán acuático de porcelana blanco, o escusado, retrete,
tolido o como le quieran llamar.
El broche de oro para esa noche fue un show gratis que nunca nos imaginamos estuviera en el programa. Resulta que casi al final nos concentramos todos en una misma habitación, otros pocos siguieron en la habitación de al lado jugando cartas. La cosa es que entre la borrachera, chistes y demás, alguno de nosotros se asomo por la ventana y dijo “miren, miren miren”. La estructura del hotel era en forma de “H”, aquella habitación se encontraba en uno de los extremos de aquella “H”, por lo que la ventana tenia vista a la ventana de otra habitación, unos veinte o treinta metros separada de la nuestra. Ahí, se encontraba una pareja en plena faena, dando rienda suelta a sus instintos carnales. Aquello era como una película porno y lo mejor, era gratis, y sin tener que esconderse de los papas. Apagamos rápido la luz de nuestro cuarto para que los protagonistas no descubrieran que tenían publico. Llevábamos tal vez unos 10 o 15 minutos viendo aquello cuando de pronto, un compañero del cuarto de al lado entro de repente al nuestro, y encendió la luz, todos volteamos y gritamos al unísono una sarta de mentadas, reclamos y demás. En una fracción de segundos, nos
cayo el veinte de lo que acababa de pasar, casi al mismo tiempo, todos volteamos de nuevo a la ventana, y ahí estaba la pareja como
venados lampareados con cara de sorprendidos, con su mirada fija hacia la nuestra. En eso la mujer nos gritó algunos improperios, visiblemente molesta, y se alcanzo a tapar con lo que pudo, mientras el fulano veloz como un rayo se dispuso a bajar la persiana y cerrarla. La risa en esos momentos fue al unísono, yo creo que se escucho a varias cuadras a la redonda. Obviamente los compañeros de la habitación de al lado llegaron a ver que era lo que estaba pasando, es por demás decir que nos reímos fácil por un par de horas más. Creo que todavía me duelen las costillas de tanto que me reí aquella noche, que recuerdos; después de todo si tuvimos nuestra ceremonia de premiación, nada ortodoxa, pero la justicia es divina.
A la mañana siguiente, la cruda, el desayuno y el regreso. Nuestro humor volvió a mejorar durante el camino, volvimos a cantar una que otra sandez, contar chistes, dormir, etc. Nuevamente el arribo a nuestro destino seria de noche, pero esta vez al son de “Ciudad Juárez es, numero uno, Ciudad Juárez es,
the number one” del JuanGa. Por fin llegamos, de nueva cuenta, al estacionamiento de la prepa. Cansados y todo pero felices de estar de regreso, y con una aventura mas que contar, una de esas inolvidables, que por
angas o mangas, se llevan siempre guardadas por ahí en el ático de los recuerdos.