Hay veces en que me gustaría seguir dormido, por el simple hecho de seguir soñando con un ayer, tan cercano, tan real, tan lleno de vida, que me sigue haciendo vibrar. Pero luego despierto, se revienta la burbuja y entra mi conflicto; sigo tomado del ayer y este es un ancla muy pesada que no me deja seguir avanzando en el ahora, el presente. Entonces el camino se deja de vislumbrar, por el trabajo tan pesado que es cargar ese ayer. El sudor y cansancio de dicho esfuerzo es tal, que el horizonte se nubla a tal grado de no ver hacia donde se va.
He leído por ahí en otras bitácoras, notas, libros y apuntes que dicho asunto se le puede nombrar “la enfermedad de la nostalgia”, un termino que al principio me pareció algo drástico por mi propia naturaleza nostálgica. Con un poco de análisis, me doy cuenta que no esta tan lejos de la realidad, pero hay un ingrediente en el fondo de todo esto que es el posible causante: el apego.
Lo he mencionado algunas veces, pero es mucho más fácil decir que hacer. El apego a las cosas, materiales o intangibles, a las mismísimas personas, aun siendo las personas que mas quieres y te quieren, es malo. El gran Yoda, maestro Jedi y personaje iluminado de la ciencia ficción (de la película de La Guerra de las Galaxias para ser exacto, y si, soy un Star Wars geek) lo dijo alguna vez:
“Death is a natural part of life. Rejoice for those around you who transform into the Force. Mourn them do not. Miss them do not. Attachment leads to jealously. The shadow of greed, that is.”
De nuevo, se lee muy fácil, pero resulta bastante complicado, más cuando la nube del egoísmo te confunde y se piensa estar haciendo lo correcto al seguir aferrado a algo, una idea o un objeto preciado, o a alguien, un ser querido, un familiar. Cada cosa en el universo tiene su propio camino y su propio destino. Las líneas se pueden cruzar, inclusive pueden llegar a unirse tanto hasta confundirse con una sola, pero no dejaran de ser dos líneas. Por lo mismo la continuidad de una línea no depende de la otra, hay que dejarlas correr, para donde sea.
Estoy conciente que me falta mucho por aprender, y que mi posible enfermedad de la nostalgia sea o algo muy leve que solo me sirve de fuente para plasmar en este espacio todos esos relatos de tiempos pasados que resultan divertidos y catárticos o que en realidad este pujando, sin darme cuenta, por ir cargando ese pesado lastre.
¿Será hora de soltar el ayer? Tal vez lo es, y tal vez no necesariamente de una manera tan drástica o literal, si no de una conciencia mas profunda de mi lugar en este universo, y el de todo lo demás que me rodea, sobre todo de “los” demás que forman parte de mi caminar diario, a los cuales me aferro sin entender que son una línea mas, independiente a la cual el pulso de la pluma le puede cambiar el rumbo en cualquier momento.
Tengo que empezar por dar gracias de lo que he tenido y hasta ahora tengo…