El otro día, me encontraba hurgando de nuevo entre un montón de cachivaches polvorientos cuando de pronto la veo... si, era una mascara del Santo, el enigmático "enmascarado de plata", así es, yo tuve una mascara del Santo cuando era niño, y fue que me puse a filosofar acerca del tema. La lucha libre siempre ha estado presente en la cultura mexicana, traspasando estratos sociales, edades y demás fronteras que pudieran limitarla. Creo que todos, o muchos de nosotros, de una manera u otra hemos sido participes de este espectáculo, de esta lucha de fuerzas entre el bien y el mal caracterizadas por los rudos contra los técnicos, mascara contra cabellera, relevos australianos, a dos de tres caídas sin limite de tiempo.
¿Quién no recuerda los muñequitos de luchadores o conoció a alguien que tenia uno? Si, esos que tienen sus brazos extendidos con las manos abiertas y un brazo mas arriba que el otro (la clásica pose de guardia en la lucha libre). Esos muñequitos baratitos que vendían afuera de los mercados, tiendas y hasta afuera de las iglesias pero que hacían las delicias de los niños por horas y horas, pretendiendo ser los mejores luchadores en la mismísima Arena Coliseo, o ya de perdida, en el Gimnasio Municipal. Yo tuve varios de esos, y recuerdo que hasta les fabrique su "Ring" con un pedazo de tabla cuadrado, con cuatro clavos grandes en cada esquina y unas ligas a manera de cuerdas, suficiente para entretenerme por un buen rato.
¿Y de las películas de luchadores? Esas merecen un post aparte, otra cosa, con el Santo y Blue Demon siempre bien trajeaditos y con su mascara súper-apretada que les quedaban los labios así como que "parando la trompita" como dijera Pepe el Toro. Y esos carritos de lujo, siempre convertibles para que lucieran su capa, y que decir de sus habilidades para de unos buenos golpes de hacha, degolladoras y patadas voladoras vencieran triunfalmente a momias, monstruos, vampiros y hombres lobo, y mujeres lobas también. ¿Quién no se aventó una película de esas, mientras no tenia nada que hacer, alguna tarde de ocio en su casa?
Y que decir de las mascaras, esas que son elaboradas con tanto ingenio y con tanta creatividad que ya son parte de ese folklore que caracteriza a nuestra cultura mexicana. Recuerdo la de El Santo (obviamente), Blue Demon, Mil Mascaras, el Huracán Ramírez, Fishman, Tinieblas (sin aluche), y más reciente Lizmark y Octagon, y de luchadores locales como Flama Roja, el Legionario, Rokcy Star, Cinta de Oro, Gallo Tapado, el Samurai, y muchos otros mas que mi memoria me traiciona y no me deja recordar con certeza.
Recuerdo que un día, tendría escasos cinco años, le dije a mi papa que no dejaría pasar otro día mas sin que me comprara mi mascara de El Santo, me prometió que ese mismo día me la llevaría a casa. Lo estuve esperando lo que yo sentí fue una eternidad, hasta que por fin llego, y si, para mi fortuna, llego con la mascara de El Santo. Brinque como loco, me la puse de inmediato, me quite la camisa y salí al balcón de mi casa a hacer algunos "movimientos" de lucha libre, creo que mi mama tomo algunas fotos, ojala las encuentre algún día para mostrar las pruebas de dicho momento eufórico.
Para mi gusto, hubo una época de gloria o segundo aire de la lucha libre en nuestra frontera, y recuerdo bien ese momento. La televisión jugaba un papel importante en este show y ahí estábamos pegados todos, chicos y grandes para ver las luchas, pero sobre todo los programas previos donde los luchadores se hacían de palabras, exhibían sus carencias de estilo y hacían locura y media para preparar la siguiente función de lucha libre. Quien no recuerda al famoso referee después convertido en luchador Julio Quiroga, al grito de "No estoy loco chato, no estooooy locooooooo" y que en una ocasión se agarro a topes en la cabeza con un chivo en pleno programa de televisión. O las discusiones entre Flama Roja y Rocky Star, el primero el rudo de rudos y el otro el ídolo de las masas por su juventud, actos acrobáticos y sencillez al hablar, o a aquellos luchadores que eran del "otro bando", el Baby Sharon y el Bello Armando, mostrando sus pelirrojas cabelleras y ese tono de voz tan "particular" al hablar. Creo que algunos estarán de acuerdo conmigo, independientemente del escándalo, era todo un show.
En una ocasión, mi papa, un tío y yo nos metimos de gorra a una función de lucha en el Gimnasio Municipal de mi natal Ciudad Juárez; mi papá era amigo del electricista del gimnasio y pudimos entrar por la puerta de servicio. Ya sentados por ahí, empezó la función, recuerdo que el lugar estaba llenísimo y hacia bastante calor. Todo transcurría normal hasta que de pronto, sentí que una mujer que estaba sentada junto a mí comenzaba como que a "manotearme", yo la verdad no le puse mucha atención al asunto, pudo haber sido accidental. El manoteo siguió y después era mas frecuente y más fuerte, todo esto sucedía en fracciones de segundos, yo no sabia que hacer, solo atinaba a no voltear a verla, por pena. El siguiente ya fue mas como golpe, así que voltie con intención de reclamarle, y oh sorpresa!!!! La susodicha mujer estaba con la cara toda descompuesta, los dedos retorcidos y se movía, mas bien se convulsionaba sin control; la mujer estaba teniendo un ataque epiléptico ahí a un lado mío, y yo que pensaba que nomás me estaba fastidiando. Aquello era un momento cómico-trágico, no sabia si reír o llorar o gritar. Mi tío y mi papa de un brinco se pusieron uno en cada lado de la mujer, le estiraban los dedos, le controlaban los brazos y mi tío vigilaba que no se fuera a asfixiar con su propia lengua, una escena muy surrealista, irónicamente, como para película de luchadores. De la nada salieron unos paramédicos y una señora que presumimos era la mama de la mujer convulsionada, muy afligida la señora nos daba las gracias por haber "atendido" a su hija. No es difícil adivinar que después de ese momento me jure no volver jamás a las luchas. Si volví una vez, mas a fuerzas que de ganas, a una función de lucha a beneficio de la sociedad de alumnos de mi escuela secundaria, yo tenia vela en el entierro y no me quedo de otra, solo que en esa ocasión estaba en ring side, casi como un VIP, pero como dijera la nana esa del comercial de los frijoles de Apizaco, esa es otra historia.
Por todo esto y mas es que pienso que la lucha libre siempre ha estado por ahí, ligada o infiltrada a nuestra cultura. La prueba es que la lucha libre sigue, tal vez con menos pasión pero ahí sigue, muriendo y renaciendo como el Ave Fénix, ídolos van, ídolos vienen, hasta el gabacho se quiere arrimar al "fenómeno" este de las luchas mexicanas, que hasta hicieron la película esa de Nacho Libre.Todo estos recuerdos y pensamientos filosóficos vienen pues como resultado de encontrar tales objetos en el ático... órale.
Y tu, ¿Cuál mascara tenias?, ¿Tuviste muñequitos de luchador? Aviéntate tu historia, desde la tercera cuerda....
¿Quién no recuerda los muñequitos de luchadores o conoció a alguien que tenia uno? Si, esos que tienen sus brazos extendidos con las manos abiertas y un brazo mas arriba que el otro (la clásica pose de guardia en la lucha libre). Esos muñequitos baratitos que vendían afuera de los mercados, tiendas y hasta afuera de las iglesias pero que hacían las delicias de los niños por horas y horas, pretendiendo ser los mejores luchadores en la mismísima Arena Coliseo, o ya de perdida, en el Gimnasio Municipal. Yo tuve varios de esos, y recuerdo que hasta les fabrique su "Ring" con un pedazo de tabla cuadrado, con cuatro clavos grandes en cada esquina y unas ligas a manera de cuerdas, suficiente para entretenerme por un buen rato.
¿Y de las películas de luchadores? Esas merecen un post aparte, otra cosa, con el Santo y Blue Demon siempre bien trajeaditos y con su mascara súper-apretada que les quedaban los labios así como que "parando la trompita" como dijera Pepe el Toro. Y esos carritos de lujo, siempre convertibles para que lucieran su capa, y que decir de sus habilidades para de unos buenos golpes de hacha, degolladoras y patadas voladoras vencieran triunfalmente a momias, monstruos, vampiros y hombres lobo, y mujeres lobas también. ¿Quién no se aventó una película de esas, mientras no tenia nada que hacer, alguna tarde de ocio en su casa?
Y que decir de las mascaras, esas que son elaboradas con tanto ingenio y con tanta creatividad que ya son parte de ese folklore que caracteriza a nuestra cultura mexicana. Recuerdo la de El Santo (obviamente), Blue Demon, Mil Mascaras, el Huracán Ramírez, Fishman, Tinieblas (sin aluche), y más reciente Lizmark y Octagon, y de luchadores locales como Flama Roja, el Legionario, Rokcy Star, Cinta de Oro, Gallo Tapado, el Samurai, y muchos otros mas que mi memoria me traiciona y no me deja recordar con certeza.
Recuerdo que un día, tendría escasos cinco años, le dije a mi papa que no dejaría pasar otro día mas sin que me comprara mi mascara de El Santo, me prometió que ese mismo día me la llevaría a casa. Lo estuve esperando lo que yo sentí fue una eternidad, hasta que por fin llego, y si, para mi fortuna, llego con la mascara de El Santo. Brinque como loco, me la puse de inmediato, me quite la camisa y salí al balcón de mi casa a hacer algunos "movimientos" de lucha libre, creo que mi mama tomo algunas fotos, ojala las encuentre algún día para mostrar las pruebas de dicho momento eufórico.
Para mi gusto, hubo una época de gloria o segundo aire de la lucha libre en nuestra frontera, y recuerdo bien ese momento. La televisión jugaba un papel importante en este show y ahí estábamos pegados todos, chicos y grandes para ver las luchas, pero sobre todo los programas previos donde los luchadores se hacían de palabras, exhibían sus carencias de estilo y hacían locura y media para preparar la siguiente función de lucha libre. Quien no recuerda al famoso referee después convertido en luchador Julio Quiroga, al grito de "No estoy loco chato, no estooooy locooooooo" y que en una ocasión se agarro a topes en la cabeza con un chivo en pleno programa de televisión. O las discusiones entre Flama Roja y Rocky Star, el primero el rudo de rudos y el otro el ídolo de las masas por su juventud, actos acrobáticos y sencillez al hablar, o a aquellos luchadores que eran del "otro bando", el Baby Sharon y el Bello Armando, mostrando sus pelirrojas cabelleras y ese tono de voz tan "particular" al hablar. Creo que algunos estarán de acuerdo conmigo, independientemente del escándalo, era todo un show.
En una ocasión, mi papa, un tío y yo nos metimos de gorra a una función de lucha en el Gimnasio Municipal de mi natal Ciudad Juárez; mi papá era amigo del electricista del gimnasio y pudimos entrar por la puerta de servicio. Ya sentados por ahí, empezó la función, recuerdo que el lugar estaba llenísimo y hacia bastante calor. Todo transcurría normal hasta que de pronto, sentí que una mujer que estaba sentada junto a mí comenzaba como que a "manotearme", yo la verdad no le puse mucha atención al asunto, pudo haber sido accidental. El manoteo siguió y después era mas frecuente y más fuerte, todo esto sucedía en fracciones de segundos, yo no sabia que hacer, solo atinaba a no voltear a verla, por pena. El siguiente ya fue mas como golpe, así que voltie con intención de reclamarle, y oh sorpresa!!!! La susodicha mujer estaba con la cara toda descompuesta, los dedos retorcidos y se movía, mas bien se convulsionaba sin control; la mujer estaba teniendo un ataque epiléptico ahí a un lado mío, y yo que pensaba que nomás me estaba fastidiando. Aquello era un momento cómico-trágico, no sabia si reír o llorar o gritar. Mi tío y mi papa de un brinco se pusieron uno en cada lado de la mujer, le estiraban los dedos, le controlaban los brazos y mi tío vigilaba que no se fuera a asfixiar con su propia lengua, una escena muy surrealista, irónicamente, como para película de luchadores. De la nada salieron unos paramédicos y una señora que presumimos era la mama de la mujer convulsionada, muy afligida la señora nos daba las gracias por haber "atendido" a su hija. No es difícil adivinar que después de ese momento me jure no volver jamás a las luchas. Si volví una vez, mas a fuerzas que de ganas, a una función de lucha a beneficio de la sociedad de alumnos de mi escuela secundaria, yo tenia vela en el entierro y no me quedo de otra, solo que en esa ocasión estaba en ring side, casi como un VIP, pero como dijera la nana esa del comercial de los frijoles de Apizaco, esa es otra historia.
Por todo esto y mas es que pienso que la lucha libre siempre ha estado por ahí, ligada o infiltrada a nuestra cultura. La prueba es que la lucha libre sigue, tal vez con menos pasión pero ahí sigue, muriendo y renaciendo como el Ave Fénix, ídolos van, ídolos vienen, hasta el gabacho se quiere arrimar al "fenómeno" este de las luchas mexicanas, que hasta hicieron la película esa de Nacho Libre.Todo estos recuerdos y pensamientos filosóficos vienen pues como resultado de encontrar tales objetos en el ático... órale.
Y tu, ¿Cuál mascara tenias?, ¿Tuviste muñequitos de luchador? Aviéntate tu historia, desde la tercera cuerda....