Un tobillo envuelto entre vendas y una bolsa de hielo adornaban la mesa de centro, junto a otro desastre de vasos sucios, un cenicero y varios libros y revistas. Matías mataba el tiempo de ese medio día haciendo el clásico zapping con el control remoto del televisor, sin encontrar nada que le interesara lo suficiente como para detener su marcha. El hielo y un poco de analgésico calmaban en ese momento el dolor del tobillo, pero ¿y el otro dolor? Ese no se iba tan fácilmente, ese le daba vueltas y más vueltas en su cabeza. Es así como Matías comienza su viaje mental a través del tiempo, entre canal y canal del televisor, regresando al primer momento en que conoció a Sofía.
Hacía trece años atrás, y su mente recuerda perfectamente aquel momento, un cigarrillo y un café en la cafetería de la facultad, con la compañía de algún libro de Benedetti seguramente. Fue entonces que la vio entrar por la puerta, iba sola, con sus libros pegados a su pecho. De esbelta figura, cabello castaño recogido en cola de caballo con unos cuantos cabellos estorbando sus ojos, esos ojos color ámbar, y esa sonrisa tierna, dulce, sonrisa media, que no rayaba en la exageración de comercial de pasta dental, ni en la ausencia de la Mona Lisa, simplemente una sonrisa media, perfecta.
Matías pensó que no podía dejar pasar la oportunidad de conocer a esa chica, que tenia un “no se que” que le atrajo desde ese primer instante. Algo tenia que hacer, y lo planeaba mientras sorbía el ultimo trago de café de su taza mientras ella se formaba en la fila para ordenar algo. Matías fumaba su cigarrillo mientras Sofía ordenaba algo, apenas lo recuerda, un pan de canela con un café o algo así. Y mientras él seguía pensando la mejor manera de hacer casualidad su encuentro, Sofía tomo la charola con sus cosas, puso ahí sus libros, que eran bastantes y por ende hacían algo difícil la encomienda, y se dirigió rumbo a las mesas, buscando una disponible.
Fue entonces en ese preciso momento que Matías pensó – tengo que ir a ayudarla, apenas puede con esa charola, es la excusa perfecta – y sin pensárselo dos veces, se abalanzó tan rápido como pudo hacia Sofía. Su frenesí fue tal, que dio tremendo resbalón, cayendo exactamente frente a ella, no sin antes de un manotazo tirarle la charola, esparciendo café, pan y conocimientos por la cafetería. Las risas fueron totales y unísonas, y la vergüenza de ambos no se pudo ocultar tras esos rostros enrojecidos como dos tomates. Fue ahí, en ese momento en que ambos trataban de levantar aquel desastre, que sus miradas se cruzaron y se dio esa chispa, ese “clic” que no se explica, que simplemente se siente. Los ojos grandes color ámbar de Sofía mirando aquellos ojos negros y tímidos de Matías – Caray que bruto que soy, por favor discúlpame – no tengas cuidado – le respondió ella que sorpresivamente no mostraba enojo alguno, sino que también pareciera estar en la misma sintonía de aquel embrujo que sentía Matías al verla y tenerla tan cerca – Hola, me llamo Matías – mientas extendía su mano para saludarle – Yo me llamo Sofía, ¿podría decir que encantada de conocerte? – Y después de unos microsegundos de silencio, los dos soltaron una gran carcajada, como en complicidad con el momento, mientras se levantaban, recogían lo que quedaba de aquel tiradero y se dirigían a la mesa que Matías ya tenia ocupada desde hacia rato.
El momento era mágico, electrizante, sin explicación alguna, pero era como si ambos se hubieran encontrado por fin, después de un largo tiempo de búsqueda. ¿Existen las casualidades? ¿O acaso el destino les tenia programado este tan peculiar encuentro? ¿Seria posible que dos personas viviendo en frecuencias similares pero paralelas a la vez se pudiesen encontrar? Y es precisamente en esos instantes que el momento mágico y el recuerdo dulce se disipaban al mismo tiempo que el dolor del tobillo, y el del corazón, volvía a hacer presa de Matías – Carajo, creo que el efecto de la Tylenol se esta pasando muy rápido, esta vez tomare dos – ¿Seria que una era para el tobillo y la otra, tal vez en un intento desesperado, para curar el alma?