Cuando la luz de tu sol no podía ser mas brillante e iluminara cada rincón de tu espacio, llegan las nubes, viento, polvo, tormenta. Un disparo de azul profundo mezclado con gris de nube invade el cielo y cubre la luz; todo es tinieblas de nuevo; como recordándote tu condición humana, haciéndote más humilde, doblándote de rodillas mientras miras a un cielo que no parece y te das cuenta de nuevo de tu debilidad, de tu condición imperfecta, de tu mortalidad.
¿Y ahora que? – pareciera ser el grito apagado en tu mente y en tu alma ante el cambio repentino de tu soleado jardín de rosas, donde el viento se lleva todo, menos el dolor, la tristeza profunda, la sensación de impotencia, de incompetencia… esas siguen ahí. El viento se las llevara eventualmente pero mientras tanto, es el trago a saborear, junto a la tierra y polvo que trae ese viento hasta tu boca, eso si, sin que tu lo hayas querido, porque de eso se trata la tormenta, de llegar en el momento menos esperado, por mas anunciado que haya sido por los expertos meteorólogos.
Sabes que mañana o pasado saldrá el sol, ya lo dijeron los que saben, pero ya no te la crees, así que, decides “disfrutar” (¡ja! si es que puedes) del azul oscuro con gris del cielo, del excesivo viento y de la oscuridad temprana. Que mas se puede hacer, total, ya saldrá el sol, ya se secara lo que se tenga que secar, mientras tanto, disfruta de las gotas en tu rostro sin lluvia, y de la persistencia del polvo inoportuno en tus orejas, en los rincones, en el ambiente, como recordándote de nuevo, que nada es perfecto, y que nada es para siempre, solo el ciclo de la vida, y ese, también incluye la muerte…