Nuevamente me entro la nostalgia, y me puse a hurgar en un viejo baúl, en mi querido ático, y esto fue lo que me encontré:
Era una noche de verano, de por ahí del mes de Agosto, recuerdo que era Viernes, era de noche, el silencio reinaba, solo la luz de una vela a lo lejos alumbraba ese lugar de techos altísimos, de ecos profundos, de delgados y altos vitrales de colores y de un ambiente de solemnidad que en ningún otro lugar he podido encontrar.
Apenas si se podían distinguir los rostros, las figuras, las siluetas, en parte debido a la oscuridad, pero en gran parte debido a la concentración, al momento de retiro que yo vivía en ese momento, creo que los demás ahí presentes también, unos a mayor o menor escala, pero al fin y al cabo todos ahí con el mismo propósito, con un mismo objetivo, con una gran decisión en mente y corazón, para algunos la decisión mas grande de sus vidas, aquella que nos marcaría el camino a seguir.
No sé con exactitud cuantas horas dure ahí, tal vez mas de tres, sentado, hincado, postrado, parado, siempre meditando, pensando, imaginando, orando y planteándome diferentes cosas, todas relacionadas con el mismo fin, todas encaminadas a una decisión, y a una respuesta. Como todo mortal, confieso que dude mucho, llegue a plantearme la pregunta ¿Que es lo que estoy haciendo aquí?, ¿Estoy haciendo lo correcto?, pero en aquellos días, y en aquel momento, mi mente y mi ser estaban tranquilos y yo estaba muy seguro de la respuesta que ya tenia en mente; eran otros tiempos, eran otras situaciones, era otra mi vida, creo que mucho mas sencilla, sin tantas complicaciones, tal vez llena de ilusiones y de idealismos. En una hoja sencilla escribí mi respuesta, en una simple hoja de cuaderno, arrancada así sin quitarle esos pequeños sobrantes que deja el arrancarla del espiral, ahí estaba plasmada mi respuesta, la definición de mi camino, de una responsabilidad que según yo, estaba a punto de comenzar.
Ya cuando el cansancio comenzó a vencerme, me retire a la que durante aquel tiempo fue mi habitación temporal, una habitación muy sencilla, de paredes de ladrillo sin terminar, un piso de loseta blanca, un cuarto pequeño en dimensiones, oscuro pero muy acogedor, para mí era lo máximo, era todo lo que necesitaba: una cama, un pequeño ropero, una silla, una mesa y una lámpara, y algunos de mis libros y ese silencio y esa quietud que describí anteriormente, una quietud que se ansia, que se disfruta y que es necesaria de vez en cuando, de esos en que solo se escucha el trinar de los pájaros durante el día o el cantar de los grillos durante la noche y el ruido de algunos coches muy a lo lejos. Mi ya famosa respuesta quedo guardada debajo de mi almohada esa noche, como vigilando mi sueño, un sueño que no pude conciliar por muchas horas.
A la mañana siguiente la rutina de siempre, el baño, la oración comunitaria, luego el desayuno, lavar la “loza” (palabra nueva para mí en ese tiempo), y después alistarnos para la ceremonia especial. Ahí estaba yo de regreso en ese lugar, en el que duré varias horas meditando mi respuesta. Ahí mismo fue cuando me di cuenta que muchas veces uno se puede trazar un camino, pero el destino, por obra divina o por azar, nos tiene preparado otro camino, un destino diferente al planeado. El obispo acepto con gratitud nuestras respuestas, ahí, en la capilla del seminario regional, pero nos dio la noticia de que a partir de ese ciclo escolar por así llamarlo, no se aceptarían candidatos a seminaristas que no hubiesen terminado la preparatoria, yo como algunos otros me encontraba en esa situación, y si para este momento no lo habían adivinado, mi respuesta en esa hoja de cuaderno común y corriente, era afirmativa, un “si” sin dudar, o al menos eso es lo que creía. Pero los designios de Dios, o el destino o como quieran llamarlos, eran otros para mí, lo tome con calma, lo deje de pensar por un buen tiempo, después lo volví a tomar, esta vez como una señal, y así fue como seguí otros caminos, otros destinos.
¿Cuantas veces nuestro camino en la vida no se torna en dos o más senderos, y se toma uno u otro por decisión propia o en ocasiones hasta por presiones ajenas? Que curioso es esto del destino ¿no creen? Curiosa es la manera de cambiar de camino de un lado para otro, como lo seria para mí, de nuevo, poco tiempo después.
Era una noche de verano, de por ahí del mes de Agosto, recuerdo que era Viernes, era de noche, el silencio reinaba, solo la luz de una vela a lo lejos alumbraba ese lugar de techos altísimos, de ecos profundos, de delgados y altos vitrales de colores y de un ambiente de solemnidad que en ningún otro lugar he podido encontrar.
Apenas si se podían distinguir los rostros, las figuras, las siluetas, en parte debido a la oscuridad, pero en gran parte debido a la concentración, al momento de retiro que yo vivía en ese momento, creo que los demás ahí presentes también, unos a mayor o menor escala, pero al fin y al cabo todos ahí con el mismo propósito, con un mismo objetivo, con una gran decisión en mente y corazón, para algunos la decisión mas grande de sus vidas, aquella que nos marcaría el camino a seguir.
No sé con exactitud cuantas horas dure ahí, tal vez mas de tres, sentado, hincado, postrado, parado, siempre meditando, pensando, imaginando, orando y planteándome diferentes cosas, todas relacionadas con el mismo fin, todas encaminadas a una decisión, y a una respuesta. Como todo mortal, confieso que dude mucho, llegue a plantearme la pregunta ¿Que es lo que estoy haciendo aquí?, ¿Estoy haciendo lo correcto?, pero en aquellos días, y en aquel momento, mi mente y mi ser estaban tranquilos y yo estaba muy seguro de la respuesta que ya tenia en mente; eran otros tiempos, eran otras situaciones, era otra mi vida, creo que mucho mas sencilla, sin tantas complicaciones, tal vez llena de ilusiones y de idealismos. En una hoja sencilla escribí mi respuesta, en una simple hoja de cuaderno, arrancada así sin quitarle esos pequeños sobrantes que deja el arrancarla del espiral, ahí estaba plasmada mi respuesta, la definición de mi camino, de una responsabilidad que según yo, estaba a punto de comenzar.
Ya cuando el cansancio comenzó a vencerme, me retire a la que durante aquel tiempo fue mi habitación temporal, una habitación muy sencilla, de paredes de ladrillo sin terminar, un piso de loseta blanca, un cuarto pequeño en dimensiones, oscuro pero muy acogedor, para mí era lo máximo, era todo lo que necesitaba: una cama, un pequeño ropero, una silla, una mesa y una lámpara, y algunos de mis libros y ese silencio y esa quietud que describí anteriormente, una quietud que se ansia, que se disfruta y que es necesaria de vez en cuando, de esos en que solo se escucha el trinar de los pájaros durante el día o el cantar de los grillos durante la noche y el ruido de algunos coches muy a lo lejos. Mi ya famosa respuesta quedo guardada debajo de mi almohada esa noche, como vigilando mi sueño, un sueño que no pude conciliar por muchas horas.
A la mañana siguiente la rutina de siempre, el baño, la oración comunitaria, luego el desayuno, lavar la “loza” (palabra nueva para mí en ese tiempo), y después alistarnos para la ceremonia especial. Ahí estaba yo de regreso en ese lugar, en el que duré varias horas meditando mi respuesta. Ahí mismo fue cuando me di cuenta que muchas veces uno se puede trazar un camino, pero el destino, por obra divina o por azar, nos tiene preparado otro camino, un destino diferente al planeado. El obispo acepto con gratitud nuestras respuestas, ahí, en la capilla del seminario regional, pero nos dio la noticia de que a partir de ese ciclo escolar por así llamarlo, no se aceptarían candidatos a seminaristas que no hubiesen terminado la preparatoria, yo como algunos otros me encontraba en esa situación, y si para este momento no lo habían adivinado, mi respuesta en esa hoja de cuaderno común y corriente, era afirmativa, un “si” sin dudar, o al menos eso es lo que creía. Pero los designios de Dios, o el destino o como quieran llamarlos, eran otros para mí, lo tome con calma, lo deje de pensar por un buen tiempo, después lo volví a tomar, esta vez como una señal, y así fue como seguí otros caminos, otros destinos.
¿Cuantas veces nuestro camino en la vida no se torna en dos o más senderos, y se toma uno u otro por decisión propia o en ocasiones hasta por presiones ajenas? Que curioso es esto del destino ¿no creen? Curiosa es la manera de cambiar de camino de un lado para otro, como lo seria para mí, de nuevo, poco tiempo después.